31. Isabella II

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Parte  II


Desde que dejaste atrás la vida de ensayos musicales y besos a escondidas, todo cambió para ti. Tenías menos de ocho meses para lograr que las piezas de tu vida lograran cierta armonía. Lo primero fue solucionar el tema del corazón roto.

Mientras estudiabas más que nunca para rendir los últimos exámenes de tu carrera, las semanas pasaron y dejaste de esperar una señal de vida de Cal. Ni él, ni ninguna de las personas con las que habías compartido tantas memorias, se preocuparon por ti.

Con tu mente fatalista llegaste a la conclusión de que todos ellos te creían una busca fama. Por más de que te doliera que pensaran en ti como una arpía codiciosa, entendías que ellos no te querían en tu vida y tú no los necesitabas. Bloqueaste a todos de redes, quitaste sus canciones de tus playlist y guardaste sus fotos y tus sentimientos en una cajita en el fondo de un cajón.

Con un título en mano, solo necesitabas que tu departamento dejara de ser una trampa mortal para bebes y poder lograr que tantos años de estudios se vieran reflejados en las cifras de tu sueldo. Gracias a tener una jefa maravillosa, dejaste el uniforme color rosa y te volviste la administradora de la franquicia de cafeterías que la mujer manejaba. Y en esos fines de semana en los que el papeleo era sencillo de solucionar, gastabas tus ahorros y tiempo en ir a tiendas de infantes y en preparar la habitación de tu hija.

Esos meses de llantos, inseguridades e insomnio te habían llevado a la maravillosa vida que tenías hoy en día, a la niña más maravillosa y hermosa que existía en el planeta, viviendo contigo en un pequeño departamento de dos habitaciones que les servía como refugio de la caótica ciudad y en el que pasaban cada segundo que tenías libre de las responsabilidades del trabajo.

Vivías una vida tranquila y sin exabruptos, pero esa paz y libertad era lo que te había dejado parada en medio de los chocolates y la Nutella, paralizada por tus recuerdos.

° ° ° ° ° °

Sin tener tiempo a reaccionar, Luke y Mickey están frente a ti, sonriendo, invitándote a dejar todo atrás y dispuestos a tratarte como una vieja amiga. Pero en cuanto Isabella habla, todo comienza a perder sentido para los chicos.

- Mami! Ese chico bajó los chocolates, dijo que eran los favoritos de su amigo. ¡Somos iguales! - Tus ojos se pasean entre la niña que te mira ilusionada y los chicos que buscan escudriñar tu alma por respuestas

- Linda, ¿Cuántos años tienes? - Le pregunta Luke mientras se agacha a su altura.

Isabella se esconde tras tus piernas y llena de timidez extiende cuatro de sus dedos frente a su rostro.

- Peeeero el mes que viene cumplo seis.

- Son cinco, bebé.- Muestras los dedos y los cuentas junto a ella. - ¿Por qué no ayudas a mami con las compras y vas por unas galletas?

La niña asiente, y corre hacia el fondo del pasillo.

- Amor! No corras. Debes traer tres paquetes, pero solo puedes cargar uno a la vez. - Sabes que las instrucciones no tienen mucho sentido, pero solo quieres ganarte unos segundos para estar a solas con los chicos.

- ¿Ella es su...? -  No es necesario que Michael termine su pregunta para que digas que sí con la cabeza.

La situación te molesta más de lo que esperabas, así que clavas tu mirada en el gorro de lana de tu hija.

- ¿Calum sabe que ...? - Las palabras de Luke se quedan en el aire. Y te duele horrores.

- NO, Calum no sabe que Isabella es su hija. - La última palabra la dices con fuerza, necesitas que entiendan el valor de la palabra.

Imaginas - Calum HoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora