12. La boda de Mali

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La maquillista da unos últimos toques con la brocha sobre tu nariz, el polvo compacto te hace estornudar, y luego de unas risas sinceras, vas directo al Champagne. Tomas dos copas y te acercas a tu amiga, ella rodea tu cuello con su brazo derecho. El olor frutal y la emoción te invaden, besas su mejilla y el fotógrafo, que las acompaña en la habitación de hotel, captura ese tierno momento.

- ¿Están todas listas?

Ella grita sobre tu oído, en estos momentos sientes la locura de las bodas. Te acabas la bebida dorada, y con las burbujas todavía danzando por tu boca, corres hacía el final de la fila de los vestidos rosa viejo.

Salen al pasillo, y cada una encuentra a su acompañante, menos ustedes. Esperan unos segundos y el señor Hood sale del baño, se acerca alegre y luego de besar a su hija, las halaga a ambas.

-No puedo creer que esto sea real. - Las lágrimas se amontonan en la comisuras de sus ojos y las seca con el revés de su mano - Mi dulce Mali, vestida de blanco, en el día de su propia boda. - Su voz se quiebra, y mientras su hija lo abraza y tu acaricias su hombro,

-Linda, por favor, tú no seas como Mali y no crezcas. - Le sonríes y te enredas en sus brazos.

Amabas a los Hood, ellos eran tu segunda familia. Eran las personas a las que acudías si algo en tu vida fallaba.
Tu madre y Joy habían sido compañeras y mejores amigas desde la escuela secundaria. Así que, mientras ellas vivían su sueño infantil de ser vecinas, tú y sus hijos se habían vuelto inseparables. Bueno, al menos con Mali, la historia con el mimado de la familia era mucho más compleja.

Mali y tú, a pesar de tener casi cinco años de diferencia, eran más que amigas, prácticamente eran familia. De pequeña, ella te protegía de los peligros del mundo real y te dejaba perderte en las fantasías de su casa de muñecas. Cuando llegaron a la adolescencia, ella fue quien te presentó el mundo, las noches de fiesta y lo desgarrador que podía ser el desamor . Ahora durante esta etapa indefinida de la vida, estaban unidas y expectantes de las responsabilidades de la vida adulta.

Y esos pasos hacía el altar estaban revelando el inicio de una nueva era. Estabas feliz por ella, pero en tu interior rogabas por no perderla entre las mujeres casadas que hacían yoga y conducían una minivan familiar.

La música comienza a sonar y todos se detienen en ridículas poses nerviosas. Mali y tú cruzan miradas: la primera de las damas de honor ya comenzó la caminata y tú sigues sola.

Estas por iniciar tu desfile sin compañía, cuando un tirón en el brazo te acelera el corazón. Él chico a tu lado se aclara la garganta, baja su rostro y con la voz agitada te susurra al oído:

- Esta vez no voy a dejarte escapar. - El aliento cálido y agitado de Cal te acaricia la piel y te hace sentir, otra vez, como esa chica de dieciséis años que recibió su primer beso con Shrek de fondo.

El piano suena, tus pies andan y el señor de toga habla, pero tú no puedes dejar de ver de reojo a Calum, que te mira cómplice y te sonríe alegre. Te sentías mal con esto, una vez más eres mala amiga. Estás ignorando a Mali EL MISMO DÍA DE SU BODA, por un torpe enamoramiento con su hermano menor.

Años atrás, luego de tu primer beso con Cal, mientras los créditos caían por la pantalla, ambos se revelaron su tonto romance. Los siguientes días pasaron todo el tiempo que pudieron juntos. Fue así casi por dos meses, hasta que una tarde, cuando cancelaste los planes con Mali para ir con Cal, todo cambió.

Ella, en lugar de alegrarse, te gritó e hizo lo mismo con su hermano. Para ella, ustedes eran dos egoístas que no sabían valorar a la familia ni la amistad. Te hizo creer que él no te quería como tú lo hacías, y que lo suyo nunca funcionaria. Tenías que elegir entre ella o él.

Imaginas - Calum HoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora