64. Isabella III

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Esta es la tercera parte de "Isabella" (caps. 30, 31)


— Mariposita, prepárate para salir de la ducha. Tu padre vendrá por ti en unos minutos.

— Pero mami,  quiero seguir jugando.

— Lo sé amor, pero necesito que tú estés lista para empezar a prepararme.

— Solo cinco minutos mami... porfis. — Esa súplica junto a la mirada más adorable del mundo era una combinación a la que no puedes oponerte.

— Está bien, Isa. Pero en cuanto termine con las cremas, te quiero fuera del agua.

— ¡Gracias mamii! te amo.

— También te amo, mariposita

Mientras tu hija continúa chapoteando entre burbujas, juguetes y agua más fría que tibia, arreglas la toalla alrededor de tu pecho y sueltas la de tu cabello. Amas que arreglarte con tu hija, ducharse juntas, peinarse, vestirte y jugar  con ella es una de las cosas que más disfrutan juntas. Es íntimo, le enseña a cuidarse y amarse, pero esta noche no había tiempo para eso, tanto tú como tu hija tenían planes. Desde que Cal había vuelto a sus vidas tenías mucho más tiempo libre, y esa era una de esas noches de libertad maternal. Calum pasaría a buscar a Isa que durmiera en su casa y tú irías a cenar a un lugar de adultos, con otro adulto y sin tener que colorear manteles de papel.

Era increíble tener a alguien más que se hiciera cargo de Isa, y por suerte Cal había tomado responsabilidad desde el primer momento. Él e Isa habían conectado y se habían amado sin miedo ni restricciones. Preguntaban por el otro a cada segundo que estaban apartados. Y cuando se juntaban era casi imposible separarlos. Estabas encantada de que se amaran de este modo, y también amabas compartir un poco la responsabilidad de la crianza. Tenías tiempo libre y lo disfrutabas con tus amigas y nuevas experiencias que habías tenido que dejar olvidadas por la maternidad.

Esa noche ibas a vivir una de esas fantasías adolescentes. Tendrías una cita a ciegas con el amigo de algún hermano de tu amiga. Si bien Calum había vuelto a tu vida, todos lo que conocían su historia te prohibían acercarte más a él. Así que con estas citas casuales conseguías olvidarte un poco del repiqueteo que sentías en tu pecho cada vez que se encontraban.

Así que mientras intentas convencerte a ti misma de que salir con un desconocido es una buena idea, acaricias tu piel con una crema humectante. Una sonrisa de felicidad y tranquilidad se escabulle entre tus labios, finalmente has dejado de ser una madre de tiempo completo. Estás disfrutando del momento cuando el timbre suena en la puerta de entrada.

Aún enredada en la suavidad de la toalla, caminas rápidamente por el pasillo, suspiras, abres la puerta y te alegras ... y avergüenzas de ver a Cal del otro lado.

— Princesa, que bien te ves, pero espera a que te invite a tomar un café antes.

— Hola Cal ¿Cómo has estado? Yo también estoy feliz de verte.

— Tu eres quien me espera así vestida en la puerta...

— Estaba terminando de alistarme, solo pasa de una vez. — Cal besa tu mejilla y se libera de su pesado abrigo.

— ¿Dónde está Isa? ¿Ya puedo llevármela?

— Sigue en la ducha, se niega a salir. Estoy tan retrasada que ni pude convencerla.

— ¿Qué planes tienes? — Cada parte del Calum seductor y lleno de confianza desaparece y a ti solo te genera gracia.

— Calum Hood, estoy realmente apurada ¿puedes prepararla para irse?

Imaginas - Calum HoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora