39. Pequeños grandes temores

744 42 29
                                    

Claustrofobia : fobia situacional desencadenada por un miedo irracional e intenso a los lugares pequeños o abarrotados.

— Me siento horrible, siento que se me parte la cabeza.

— Osito, eso pasa cuando no piensas en las consecuencias de tomar sin medirte y terminas bebiendo hasta el agua de los floreros.

— AGHHH, susurros, ______ (tn) Recuerda susurrar. — Ríes por su queja y vuelves a recargar su peso en tí. — Solo quiero llegar a tu apartamento y recostarme, me duele el cuello, siento el estómago hecho un desastre y tengo demasiado sueño.

— ¿Será porque dormiste en el suelo de la casa de Ashton, y no subiste conmigo a una hora prudente? — Esta vez susurras y terminas con un beso en su mejilla.

Las puertas del ascensor se abren con el sonido de la campanita y dudas en mandar a Calum solo hasta tu departamento, pero sientes como se tambalea y te obligas a juntar valentía mientras suben al ascensor. La verdad es que los espacios reducidos no son tu paraíso, pero luego de años de vivir en el onceavo piso, tuviste que acostumbrarte a usarlo. Sin embargo, en los últimos dos meses habías usado las escaleras hasta el cansancio, porque más de uno de tus vecinos se habían quedado atrapados.

Pero a pesar de todos esos temores, ahora tenías un novio a un paso de la inconciencia que sería incapaz de mantenerse en pie por sí solo, y mucho menos subir un piso sin caer escaleras abajo.

— No me hagas sentir peor, son las nueve de la mañana y me siento en la mierda, no me hagas reproches. — Una vez dentro del ascensor, Cal toca el botón y el aparato comienza a subir.

— Claaaro, porque tu resaca es mi culpa y como tu novia debo asentir, darte la razón y no ponerte en jaque.

— Ok, me pasé. Tienes razón, gracias por cuidarme.

— Solo bebe agua, ya estamos llegando. — Calum se recuesta en la barandilla y tú das un paso hacía delante, cuando sin esperarlo, el ascensor se detiene con un golpe seco. Calum vuelca su agua y tu cuerpo se pone alerta.

— ¿Qué mierda? — Caminas despacio hasta el tablero, intentas tocar el botón de ayuda, pero un ruido mecánico te detiene, realmente estás paralizada. Tu cuerpo está tenso ante el la velocidad con la que la sangre recorre tu cuerpo y tus pulmones trabajan. Sientes tus respiración intranquila y debes comenzar a respirar por la boca. Estás alterada

— ______, tranquila, ven aquí. — El pecho de Cal golpea tu espalda y él es quien acerca su dedo al botón rojo. — No pasa nada, respira, ya vendrán por nosotros. — Cal está tranquilo, relajado, acariciando tu estómago con su mano.

— No Cal, no entiendes, estamos en el décimo piso, en una caja de metal, con una potencial caída al vacío. NO ES UNA TONTERIA.

— Linda, linda, entiendo, ¿quieres sentarte?

— No quiero moverme, si, si... si me muevo, esto se cae. — Las palmas te sudan y solo cierras los ojos. Hablas con las cuerdas vocales rotas, y con la mente sumida en fatalidades.

— Eso no va a pasar. — Cal intenta buscar su móvil para llamar por ayuda, pero en el proceso pierde un poco el equilibrio y se ve obligado a dar un paso atrás, lo que hace que cada cabello sobre tu piel se erize.

— ¡CALUM QUIETO! — En tu mente oíste el crujir de los engranajes y te sentiste caer en el fondo de la fosa.

— Nena, está bien, solo fue un paso en falso. Lo siento. ¿Tienes el número del encargado de tu edificio?

Calum está a tus espaldas, sientes sus suspiros en tu nuca, de alguna manera extraña, eso te relaja. Su mano bailando sobre tu abdomen hace que tu imaginación deje de correr tras esa imagen que se repite en tu mente:  las paredes los comprimen y de un golpe caen hasta el subsuelo.

— Amor, voy a moverme, voy a sacar tu celular, para llamar al encargado ¿Está bien?

— NO — Gritas sin razonar ni por un segundo

— Nena, necesito hacerlo, hace unos diez minutos que estamos esperando, y estás demasiado blanca. Tenemos que salir de aquí lo antes posible.

— Está bien. — Calum se aleja levemente de tu cuerpo, y junto a él se ve tu seguridad.

Sientes los largos dedos de tu novio sobre tu trasero, retira tu teléfono celular de tu bolsillo, desbloquea la pantalla y busca el contacto. Sin pensarlo mucho, él te da la espalda y se aleja para hablar. Lo oyes balbucear y tiemblas como el primer momento en que sentiste que el aparato se detenía. Dejas escapar un mar de lágrimas y te das cuenta de que habías estado lagrimeando desde el primer momento.

— Sh, sh. Lo siento, ya hablé con él, está subiendo por las escaleras, se supone que en unos minutos va a llegar. Solo respira.

Cada rezago de la resaca de Calum se había esfumado de su cuerpo. Ya había dejado de sentirse como un muerto en vida que solo podía balbucear tonterías. Nuevamente estaba despejado, tensionado por verte tan triste y preocupado por tu salud.

Se note un ruido que proviene de la puerta metálica y tu pánico aumenta. Ya no solo son lágrimas, ahora es una taquicardia insufrible y la voz desconectada a tus gestos. Cal no lo duda y se para frente a tí, sus manos sujetan tu rostro con fuerza, y clava tu mirada en la tuya.

— Nena, esto es una mierda, pero necesito que respires. — Escapas a sus ojos y quieres que se aleje de tí, los golpes te alteran y la falta de aire se vuelve cada vez peor. — Amor, vamos, abrázame, quédate conmigo e ignoremos todo.

El te sujeta entre sus brazos, su pecho te regala calma y su mano peina tu cabello y tus ideas de a poco. Cierras los ojos hasta que te duelen y tus dedos se agarrotan de arañar su hoodie.

— Vamos muchachos, van a tener que salir por aquí — Una voz familiar interrumpe tu silencio y te alerta de que la pesadilla está llegando a su fin. Pero eso te obliga a moverte, así que te abrazas aún más a Cal.

— Linda, saldrás tú primero — Él vuelve a tu espalda y ata sus manos a tu cintura, intenta empujarte hasta la puerta, pero tus pies se niegan a moverse hasta la apertura. — Vamos, amorcito. Un último paso y vamos a llegar a tu casa.

Con los ojos cerrados, llegar a las puertas corredizas, apenas hay un espacio de menos de cincuenta centímetros de ancho y a un metro del nivel del suelo.
Tanto el encargado como Calum son quienes sacan tu cuerpo del lugar. Apenas eres consciente de cómo fue que tu novio está a tu lado. Pero en un instante el encargado está recibiendo gritos enloquecidos de Calum que le exigen que haga algo por arreglar el ascensor.

Un parpadeo después, estás sentada en tu sofá con un vaso de agua entre las manos y un hipo insoportable destrozando tu respiración. A diferencia de lo que habían esperado esta mañana, ahora es Calum quien te alcanza una pastilla para el dolor y quien cuida de tí.

— Amorcito ... — La mano de tu novio, roza tu rodilla e intenta darte algo de apoyo

— Me siento horrible, se me parte la cabeza. ¿Podemos solo dormir?

— Rogaba porque pidieras eso

Sin poder razonar, estás acurrucada sobre Cal, recuperando tu respiración habitual y sintiendo cómo los párpados te pesan insufriblemente. No puedes hacer más que aceptar los deseos de tu cuerpo y te permites dormir un poco.

Quizás ese día no habías superado el miedo a los espacios reducidos, pero al menos habías encontrado  el modo de engañar a tus emociones. Si Calum estaba junto a tí, el miedo nunca de vendería.

----

Holi! hermosxs amantes de Calum. 

 Perdón por haberlxs dejado sin actualizaciones por tanto tiempo. No supe hacerme un cronograma donde equilibrar la universidad, mi vida social y mi hobbies.  No prometo nada, pero voy a intentar quitar la procrastinación de mi agenda. 

La mierda es que me paso todo el día leyendo (estudio profesorado en literatura) así que al llegar la hora de dormir, solo quiero alejarme de las letras jajajaja

¿Saben que lxs amo? Espero que no me odien por la ausencia y poder traerles nuevo contenido mañana!

lxs leo y les dedico un beso molesto

Imaginas - Calum HoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora