Girando en círculos

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-¿Tu también tienes una moto? -preguntó poniéndo sobre su cabello mojado el casco que el portero muy amablemente le había cedido.

-Claro, casi todos tenemos motos aquí. La ciudad es pequeña y así nos movemos fácilmente -arrancó la moto, la cual era idéntica a la de su nuevo amigo Jason, pero ésta en vez de verde, era azul, y salió tomando gran velocidad.

El ruido del motor eliminó la quietud de la ciudad por un momento. Andy se aferró a la ropa del portero, y cuando éste tomó aún más velocidad, decidió que prefería abrazarse a su cuerpo antes que caer en alguna frenada repentina.

De repente se dió cuenta de que ni siquiera sabía a dónde estaba yendo con ese extraño. Él conducía por las curvas y parecía saber exactamente a donde se dirigía.

-Supongo que todos la compran en la misma tienda, ¿verdad?

-¿Que cosa? -gritó Sam volteando la cabeza momentáneamente hacia atrás.

-La moto -volvió a gritar Andy con más volumen.

-Ah, si -contestó Sam, y Andy no lo vió, pero al tener las manos en él, por el movimiento de su abdómen juró que el portero había reído de su comentario.

Sam aceleró esquivando los autos y los transeúntes. Alejándose de la ciudad y subiendo por una colina que los condujo hacia un pequeño pero hermoso restaurant con vista hacia la ciudad.

Al bajar de la moto y quitarse el casco, Andy observó la fachada del lugar: se veía muy iluminado, sencillo y rústico. No era tan elegante como había imaginado, pero se veía realmente lindo.

Decidieron sentarse en una de las mesas para dos personas que tenía vista hacia la ciudad. Desde allí podían verse las pequeñas luces naranjas de las casas titilando a lo lejos.

-Este lugar es hermoso -dijo Andy quitándose el saco y colgandolo en el respaldo de la silla de madera.

-Lo sé, me gusta venir aquí de vez en cuando -Sam hizo una seña al mozo para que les trajeran el menú.

Quizás trae a todas sus citas aquí, pensó Andy haciendo una mueca mientras lo miraba elegir la comida del menú. Luego rió solo y desvió la mirada hacia la ventana. ¿Qué carajos me importa eso a mi?

-¿Qué sucede? -preguntó Sam mirándolo de reojo mientras leía el menú.

-Nada -contestó fingiendo una sonrisa. En realidad estaba algo incómodo-. ¿Qué ordenamos? -tomó el menú en sus manos y comenzó a leer.

-Pues creo que pediré la especialidad de la casa: pollo relleno sorpresa -sonrió.

Andy lo observó con disgusto y tragó duro. ¿Era en serio?, ese nombre no sonaba para nada delicioso, pero no quería parecer descortés.

-Pediré lo mismo -dijo entregando con una sonrisa el menú en la mano al joven mozo, el cuál parecía ser muy amigable-. Y trae un buen vino, por favor -agregó.

Sam hizo una mueca de aprobación y mientras el mozo se alejaba, observó a Andy fijamente.

-Bueno, ahora mientras traen el pedido... -dijo cruzando los dedos sobre la mesa. Su expresión de alegria se transformó rapidamente en una cara seria, difícil de descifrar-. Tengo algo que decirte -tragó saliva sin quitar los ojos de los ojos negros de Andy.

-¿Que? -preguntó Andy. ¿Y por qué tanta seriedad? Esperaba que no le saliera con alguna tontería de esas de "me gustas" o algo así. Llevaban dos días de conocerse. Y si, Sam era su tipo. Y si, olía rico y parecía ser bueno. Pero, a pesar de considerarse enamoradizo, no le gustaban las formalidades y menos aún con tanta rapidez. Tragó saliva y esperó en silencio a que él continuara.

-Hace un rato, cuando subiste a prepararte, revisé tu buzón del correo.

Andy instantáneamente supo que esa explicación solo podía anticipar una cosa...

-Había un papel para tí... -continuó Sam.

-Ya dime que decía... -respondió resignado y negando con la cabeza; en realidad no estaba listo para escuchar la respuesta.

-No lo he leído -respondió serio-. Pero lo traje.

Sam metió la mano en el bolsillo derecho de su pantalón y sacó un papel verde pastel, parecido a un papel de cuaderno, doblado en cuatro partes. Andy lo tomó de su mano de un tirón y lo abrió lentamente.

"Te ves horrible hoy :)"

Tragó saliva. ¿En serio?

-¡¿Qué clase de porquería es ésta?! -comenzó a reír a carcajadas de lo estúpida que le parecía esa frase. Arrugó el papel con su mano izquierda y lo metió en su bolsillo.

-¿Qué dice? -Sam preguntó.

-¿No lo has leído?

-Dije que no, no leo la correspondencia, solo la entrego.

-Olvidalo... -Andy rió con un nudo en la garganta mientras observaba al mozo acercarse con su pedido en las manos.

Resultó ser que el pollo relleno sorpresa estaba más rico que cómo su nombre lo presentaba. Y sabía aún más sabroso con un buen vino tinto.

La cena continuó tranquila. Ambos chicos charlaron acerca de la ciudad, de los problemas políticos, de la falta de seguridad estatal, del clima. Rieron, comieron, bebieron vino, y resultó ser que la incomodidad inicial se disipó de a poco. Y claro, el vino ayudó mucho.

Hasta incluso Andy logró olvidar por un momento que estaba siento perseguido por algún psicópata con ganas de molestar...

Through The Lock © [Completa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora