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Luego de cenar y de beber dos botellas de vino, ambos chicos se sentaron unos minutos en un banco de madera afuera del restaurante, en un pequeño mirador con vistas hacia el montón de diminutas luces naranjas de la ciudad. A unos metros de distancia una pareja se sentaba observando la ciudad con romanticismo. La vista era realmente hermosa, aunque la brisa se estaba convirtiendo en viento sobre la colina, y a medida que caía más la noche, Andy y Sam comenzaban a tiritar.

Sam suspiró largando una nube espesa de vapor por la boca. Rodeó su propio cuerpo con sus brazos. Y Andy, aunque pretendía observar la ciudad a lo lejos, lo notó al instante; pues él también comenzaba a sentir frio.

-Ten mi saco -dijo quitándose su saco gris sin dudarlo y poniéndolo sobre los hombros de Sam.

-No, no. Estoy bien -él quiso quitárselo, pero Andy insistió en que se lo quedara.

-Muchas gracias -Sam sonrió tiernamente mirando al horizonte, mientras su cabello semi largo se volaba hacia atrás con el viento.

Andy se detuvo un momento a observarlo: usualmente el alcohol lo hacía pensar cosas extrañas y fuera de lugar, y ese momento no fué la excepción: juraba que Sam se veía como un modelo, absolutamente digno de una sesión fotográfica para alguna revista muy reconocida.

-Me gustó cenar hoy -Sam interrumpió en sus pensamientos y le echó una mirada. Entonces Andy corrió la vista a la velocidad de la luz.

-¿Nos vamos? -preguntó levantándose del suelo, antes de que eso se pusiera extraño.

-Si, vamos -él se levantó también y sacudió su ropa del pasto seco que tenía en ella.

Andy insistió con que Sam llevara puesto el saco mientras conducía. Él no lo necesita; su cuerpo sudaba por tanto vino.

Al llegar al edificio, Sam abrió la puerta como de costumbre para que Andy ingresara primero.

Segundos después, se encontraban frente a frente en la recepción del edificio, en la oscuridad de un lobby donde los dueños de los demás edificios probablemente dormían, y en una escena algo incómoda, ya que ambos acababan de cenar con un completo extraño, por un estúpido favor.

Andy cortó con el silencio incómodo primero:

-Bueno, linda cena, y gracias por traerme -comenzó a caminar hacia las escaleras. El viaje en moto lo había devuelto a la realidad eliminando casi por completo el efecto adormecedor del alcohol de su sistema-. Conduce con cuidado hacia tu departamento -lo saludó con la mano.

-¿Conduce? -dijo Sam frunciendo el ceño-. Dormiré aquí como siempre, ya es muy tarde para ír a mi casa. Pero gracias de todos modos, que descanses -dió media vuelta y se sentó en el banco de metal.

Andy se quedó algunos segundos parado con un pie en el primer escalón de las escaleras, pensando. Estaba confundido, ¿de verdad todos los días dormía allí? Y, por más que quisiera ayudarlo, no podía invitarlo a pasar la noche todos los días. Pero ese día, dado que lo había llevado a cenar, no pudo dejarlo dormír mal. Aunque sabía que si volvía a invitarlo, eso sería un circulo sin fin. Rodó los ojos con desgano y se acercó a él a paso rápido.

-Ya vamos, dormirás de nuevo en mi sofá -estiró su mano para ayudarlo a levantarse.

Sam se levantó de un salto y con una enorme sonrisa en el rostro lo abrazó. Casi como si hubiera estado esperando a que Andy lo invitara.

Andy abrió los ojos al sentir sus cuerpos chocar y se resistió al abrazo intentando alejarse inútilmente. No podía negarlo, pasar la noche allí debía ser horrible para él, y además, había algo que rescatar de todo eso: en esa ciudad estaba haciendo los que parecian ser amigos prometedores.

-¡Está bien, está bien! -dijo para que lo soltara, ya que estaba siendo asfixiado por los brazos del portero.

-¡Mil millones de gracias, Andy! Juro que no haré ruid...

-¡Pero! -Interrumpió levantando el dedo indice frente a su cara-, no me pagarás nada esta vez.

-¿Por qué no? -Sam hizo un leve puchero, como si esa condición le hubiera dolido.

-Porque no. Ahora vamos -comenzó a caminar hacia las escaleras para que él lo siguiera.

-¡Espera! -Sam se detuvo y corrió hacia el baño público de la recepción-. Tengo que tomar mi cepillo de dientes... Pero, ¿dónde lo he dejado? Juro que estaba aquí hoy... -revolvió por unos minutos todo el baño y salió frustrado de él sin poder hallarlo-. Creo que el de limpieza lo ha tirado a la basura.

-¿Quién es el de limpieza? -Andy frunció el ceño. Hasta ese día no había visto a nadie limpiando el edificio.

-Un tipo raro, creo que su nombre es Jim o Jimmy, no lo sé -no le dió demasiada importancia a la pregunta.

-Jamás lo he visto... -Andy se quedó pensando, y frunció el ceño por lo que estaba por decir-. Tengo un cepillo de dientes nuevo sin usar en mi apartamento, si lo quieres, es tuyo.

-¿Enserio? Me salvarías la vida.

-Seguro.

Subieron las escaleras y Andy metió la llave para abrir la puerta. En ese punto ya no le interesaba demasiado el hecho de si encontraría o no un papel debajo de su puerta. Ya que después de leer el ultimo papel en el restaurante se dió cuenta de que eran simples amenazas estúpidas, y no quería perder su tiempo con eso. Tenía otras cosas más importantes en qué pensar, como encontrar un trabajo, porque sus ahorros no durarían por siempre.

Andy cayó rendido sobre su cama mientras que el portero no tardó ni diez segundos en quedarse dormido en el sofá. Y así la noche pasó, y a la mañana siguiente, Sam despertó a punto de caer del sofá. Se sentó y refregó sus ojos. Volteó a ver la puerta del baño cuando escuchó el sonido de un cepillo de dientes. Miró la hora en su celular e instantáneamente saltó del sofá.

-¡8:35! -gritó exaltado.

-¿Qué sucede? -Andy apareció por la puerta del baño, con su cepillo de dientes metido en la boca y la espuma cayendo de ella.

-¡Mi turno comenzaba a las ocho! -contestó él y se levantó rápidamente-. ¿Por que no me despertaste? -le reprochó mientras doblaba la manta.

-¡Porque yo no sé tus horarios!

-¿Me das el cepillo?

Andy se metió al baño y salió con su cepillo en la mano.

-Gracias. Me cepillo abajo -corrió hacia la puerta y salió.

-¡Y tampoco soy tu mayordomo! -gritó Andy a la puerta con el cepillo metido en la boca, aunque ya no hubiera nadie allí.

Through The Lock © [Completa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora