Extrema confusión

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Sam miró con rabia a Jack y soltó la mano de Andy. Ingresó enojado a la habitación, y empujó a Jack para que se alejara de sus cosas.

—¡¿Qué crees que haces?! —gritó. Jack trastabillo por el empujón y se sostuvo de la cama para volver a estabilizarse—. ¡¿Quién te dejó entrar aquí?!

—¡¿A dónde está el pendrive?!—gritó él en un tono agresivo mientras seguía revolviendo las valijas.

Andy lo observó confundido y asustado desde la puerta, ¿de qué pendrive estaba hablando?

—Cálmate y dime que quieres aquí, no tenemos nada tuyo — aclaró Sam, intentando bajar el tono de su voz para que se calmara.

—¿A dónde está mi hermana? —preguntó él. Parecía fuera de si.

Andy habló antes de que la situación se saliera de control y Sam se ganara un bien golpe:

—Felicitas duerme en la habitación de al lado —pronunció en un tono muy bajo, queriendo ayudar a Sam, ya que Jack lo miraba furioso casi expulsando fuego por los ojos.

—¿De qué lado? —preguntó lanzándole una mirada de enojo ahora a Andy.

Andy señaló hacia su izquierda y Jack soltó sobre la cama la valija que tenía apretada en sus manos. Salió por la puerta sin decir nada. Andy y Sam lo siguieron con la mirada por el corredor, preguntándose para qué buscaba tanto a Felicitas, y rogando que, con ese temperamento, no le hiciera daño.

Jack abrió entonces la puerta de al lado sin golpear y encontró a Felicitas recostada sobre la cama, y a Jason sentado a horcajadas sobre ella.

—Maldita idiota. ¿Puedes dejar de coger y decirme por qué demonios te llevaste mi pendrive?

—¡Jack! —se escucho el grito de ella.

Jack abrió los brazos y gritó:

—¡Jason, yo te ayudé, ahora ayúdame tú y dile a tu novia que me devuelva mi pendrive!

—¡Bueno, pero cálmate! —contestó él levantándose de la cama.

Jack se dió vuelta y cerró la puerta en la cara de Sam y Andy, y ahora se habían quedado sin saber que demonios pasaba adentro. Aún así, desde afuera se escuchaba cómo le gritaba a su hermana.

—Que mierda acaba de pasar... —Andy abrió los ojos impresionado. ¿Jack había viajado hasta esa ciudad solo por un pendrive?

—Ese tipo es raro —dijo Sam tomando la mano de Andy para entrar en su habitación.

—Sí que lo es...

—Deberíamos esperar a que se vaya para ver cómo está Felicitas —entró al baño y hablo desde adentro, con la puerta entre abierta—. Ella se escuchaba aterrada.

—Si —Andy rió; seguro se trataba de cosas de hermanos.

Los gritos aún se oían desde la habitación contigua. Andy suspiró pesado y comenzó a meter sus cosas dentro de su valija; su ropa estaba desparramada y revuelta sobre la cama.

De repente, otra vez esa sensación que ya era familiar, pero aún aterradora: un papel color verde pastel sobre la cama, doblado al medio. Apretó los dientes. Eso ya era el colmo.

¿Cuándo? ¿Cómo?

Giró en círculos mirando todo a su alrededor, como si quien sea que fuera ese ente estuviera escondido allí en alguna parte. Con la respiración acelerada volvió a tomar el papel en su mano, sintiendo esa acción como un deja vú. ¿Cuántas veces había vivido esa escena ya?

Pero esa vez estaba enojado. Ya no quería sufrir más por eso; tenerle miedo a un simple papel le parecía ilógico, pero lo tenía. Tenía miedo.

Pensó de donde pudo haber salido frunciendo el ceño y miró a su alrededor otra vez; últimamente sentía presencias detrás suyo, observándolo.

Sus manos temblaron y dejo dentro de la valija la camiseta que tenía en las manos. Limpió el sudor de su frente y se estiró sobre la cama para tomar el papel.

Respiró hondo, tomando coraje para abrirlo. No sabía qué clase de porquería podría leer allí esta vez.

Observó el papel en su temblorosa mano, y sin pensarlo demasiado lo abrió:

"Es hora de terminar con esto, Andrew.
Ve mañana a la calle Gales al 1.700 a las tres en punto, y haz lo que tienes que hacer. Y una cosa más, VE SOLO."

Andy espió hacia la puerta del baño: Sam la había cerrado por completo y podía escucharlo allí dentro. Tomó rápidamente su celular con las manos temblorosas y buscó en el mapa: esa calle era en su ciudad, cerca de su apartamento. La dirección lo llevó a un gran edificio de oficinas. ¿Por qué ese lugar? ¿Qué sucedería allí? Dió un respingo cuando escuchó la puerta del baño abrirse y dobló el papel rápidamente para guardarlo en el bolsillo de su pantalón.

—¿Dejaron de gritar? —la voz de Sam lo regresó a la realidad.

—Creo que sí —sonrió nervioso y quiso disimular al seguir guardando las cosas dentro de la valija.

—¿Vamos a ver que sucedió?

—Si, claro —limpió sus manos sudorosas en su camiseta para tomar la mano de Sam.

Salieron para golpear en la habitación de al lado. Jason les abrió y los invitó a pasar. Les dijo que Felicitas estaba en el baño, y les contó que Jack estaba buscando un pendrive que sin querer ella había tomado, el cuál parecía contener información importante sobre Candy Cane. Les dijo que ella se lo había devuelto y problema resuelto.

Él los invitó a cenar al restaurante al que habían ido el día anterior. Y luego de la cena cada uno regresó a su habitación.

Era la última noche en ese horrendo hotel, pero por muchas razones, Andy jamás lo olvidaría.

La habitación se encontraba completamente a oscuras, y ellos dos ya estaban acostados y dentro de las mantas.

—Me alegra haber venido contigo... —pronunció Andy en voz baja.

Sam hizo silencio.

—Y me alegra haberte conocido —agregó Andy, y acarició suavemente su mejilla.

—A mi también me alegra haberte conocido. Me gusta estar contigo, me gusta ver tu sonrisa cada día, y que estés a mi lado. Aunque un loco te persiga... —bromeó y le hizo cosquillas. Luego suspiró y volteó para verlo a los ojos—. Me gusta todo de ti.

—A mi me gusta todo de ti también —dijo Andy—, pero me gustaría algo más...

—¿Qué cosa?

—Me gustaría poder llamarte mi novio.

—¿Qué? ¿Enserio?

—¿Está mal?

—No, para nada. Me gusta —sonrió y se acercó más a su rostro, aunque no lo viera, podía sentirlo—. Entonces, Andy Dixton, ¿quieres ser mi novio?

Andy sonrió.

—Si, quiero, Sam Fagerstrom —dejó un suave y lento beso en sus labios.

A pesar de vivír en una constante sensación de miedo, y sin importar lo que sucediera al día siguiente, no dejaría que nada arruinara ese día, ese momento.

Besó a su novio con ganas, con pasión, y se dedicó a vivír el momento, haciendo de cuenta que el mañana, por muy aterrador que pudiera ser, no existía.

Through The Lock © [Completa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora