Los demonios no descansan.

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Ese mismo día, luego de que Andy insistentemente le rogara que fueran a ese viaje, Sam habló con el encargado del edificio. Éste le dió un día libre, pero no podría viajar con Andy al día siguiente, debía quedarse un día más, ya que Woo no podría cubrir su horario del día siguiente y no tenía reemplazo.

Así fue que al día siguiente, ambos se levantaron a las siete de la mañana para preparar las cosas del viaje. Andy estaba contento, a pesar de que no quitaba a sus nuevos amigos de la lista sospechosos, estaba emocionado por el viaje. Tenía ganas de conocer una ciudad nueva y de ir de compras a algunas tiendas, ya que en la ciudad en la que ahora vivía no habia demasiadas. Además, ¿y si ellos no tenían nada que ver lo de las notas? No podía desperdiciar una oportunidad así solo por sospechar de ellos. Se tomaría esos días para intentar descubrir que tramaban, si es que acaso tramaban algo.

La mañana estaba algo fría y ventosa. Andy se paraba frente a Sam en la desolada y diminuta estación de autobuses de la ciudad.

—Bien, última revisión —dijo Sam—. ¿Cepillo de dientes?

—Listo.

—¿Campera de abrigo?

—Lista.

—¿Cargador del celular?

—Listo.

—¿Beso de Sam?

—List... ¡ey! —Andy rió.

Sam se acercó a él y lo abrazó con fuerza, observando a lo lejos a Jason y Felicitas junto al viejo autobús, el cuál parecía ser sacado de una película de terror antigua.

—No quiero dejarte ir con esos dos —pronunció en voz baja para que no lo oyeran.

—No son "esos". Por ahora, y si es que no se demuestra lo contrario, son amigos —sonrió.

Taehyung lo apretó aún más contra su pecho.

—Prometeme que te cuidarás, llámame ni bien pises la ciudad y recuerda que pusiste el gas pimienta que te dió tu padre en el bolsillo de la campera.

—Ya suenas como él —rió—. Prometo que te llamaré. Todo estará bien, son solo dos chicos inofensivos —volteó a ver a Jason y Felicitas. Sam los observó también y luego suspiró sonoramente.

—Estaré allí mañana por la tarde, ¿si?

Andy asintió. Dejó la llave del apartamento en la mano de Sam y lo besó suavemente en los labios. Levantó la valija con la mano derecha y le sonrió una última vez antes de subirse al viejo autobús. Éste arrancó, dejando a lo lejos a Sam parado en la vereda.

—¡Allí vamos! —gritó Jason con emoción e instantáneamente Felicitas lo calló poniendo su mano en su boca.

—No grites.

—Ni gritis —Jason hizo burla a su novia y luego sonrió para mirar a Andy que se sentaba solo en el asiento justo delante de ellos—. ¿Estás contento? —le preguntó.

Andy volteó para mirar a los dos. Frunció el ceño al notar que ellos tres eran las únicas personas en el autobús. Y algo le dió una mala sensación. Recordó las palabras de Sam advirtiéndole que no fuera con esos dos, pero ya era demasiado tarde para bajarse; ya estaban literalmente en medio de la nada.

—¿Por qué no hay nadie más aquí? —preguntó algo paranoico.

—Nunca he ido a esa ciudad, pero no creo que mucha gente quiera ir allí —contestó Felicitas acomodando una pequeña almohada sobre el asiento para dormir.

—¿Por qué? —Andy los miró con desconcierto.

—Pues han ocurrido algunas tragedias en esa ciudad y gracias a eso su turismo es casi nulo —contestó Jason.

—¿Tragedias?

Felicitas asintió.

—Al parecer por eso hicieron el sorteo, para incitar al turismo, pero no estoy muy segura de eso, preguntaremos cuando lleguemos allí —se acomodó en su almohada y cerró los ojos.

—Claro —Andy frunció el ceño confundido y volteó para sentarse en su asiento intentando relajarse. Deseaba con toda su alma que Sam estuviera allí con él.

Unas dos horas después, al llegar a la ciudad, Andy notó lo desolada que esta se encontraba. Y fué aún peor cuando el taxi los dejó en la puerta del hotel en el que se hospedarían: ¡que desgracia!, ¿a dónde estaba el hospedaje moderno, las tiendas lujosas y los inmensos casinos? Esa ciudad era aún más deprimente que de dónde venían.

Siguió a Jason y a Felicitas por la entrada del hotel, donde una anciana de cabello largo y blanco los esperaba detrás del mostrador. Ésta les dió las llaves de dos habitaciones, una junto a la otra.

El aspecto avejentado de aquellas pequeñas habitaciones no daban para nada una buena impresión: la de Jason y Felicitas decorada en tonos mostaza, y la de Andy y Sam en tonos verdes y rosados pastel, parecían habitaciones de alguna casa del año 1800.

Andy apoyó la valija sobre su cama y una nube de polvo se desprendió de ésta. Tosio intentando quitar la tierra con su mano y observó la habitación: una película de terror podría filmarse allí sin problemas. Pensó en Sam, lo extrañaba, deseaba que el día de mañana llegara pronto para poder verlo.

Metió la mano en el bolsillo y miró el gas pimienta. Se rió de si mismo al pensar que lo usaría. Cuanto más conocía a Jason y Felicitas más se daba cuenta de que solo eran una joven pareja enamorada. Dudaba mucho de que alguno de ellos fuera su acosador. Pero por supuesto, no podría descartar a nadie hasta que descubriera quién estaba detrás de eso.

Dejó el gas pimienta en la mesa de noche y tomó el celular del bolsillo para avisarle a Sam que ya habían llegado.

Andy 11:23 am
Ya llegamos, todo bien por aquí. Dejaré que te sorprendas con el hotel.

Andy 11:24 am
Ya te extraño...

Sam 11:26 am
Me alegra que esté todo bien. ¡Muero por ver el hotel! 😍 Nos vemos mañana, cualquier cosa extraña que notes de aquellos dos me avisas. Te quiero.

Andy abrió los ojos al leer las últimas dos palabras. Y las releyó. Diez veces.

¿Te quiero?

¿Desde cuando se decían eso? ¿debía decirle que lo quería también? Su corazón se aceleró y bloqueó nervioso el celular para guardarlo en su bolsillo.

En ese momento escuchó dos suaves toques en la puerta y la abrió.

—Hola, ¿te acomodaste?

—Hola chicos. Si —volteó a ver la polvorienta cama—, ya me acomodé, ¿ustedes?

—Si, no es lo que esperábamos, pero, es gratis —Jason levantó los hombros y luego sonrió.

—Claro —Andy rió también—. ¿Qué haremos hoy?

—No sé, pero yo tengo hambre —dijo Felicitas frunciendo el rostro y apoyando una de sus manos sobre su estómago—. Debe haber algún restaurante en ésta horrible ciudad.

Andy y Jason rieron y asintieron.

—Si, también tengo hambre. Vayamos por algo de comer —Salió de la habitación y los tres bajaron al primer piso en busca de un mapa de la ciudad con lugares a donde ir.

Through The Lock © [Completa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora