Trampas y más trampas

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-Ya cállate y bésame -contestó Andy queriendo volver a lo que estaban antes de su innecesaria interrupción.

-Es que Andy... -se alejó un poco para verlo a la cara-, estoy un poco preocupado por tí -dijo serio.

-No te preocupes ahora... -quiso besarlo, pero Sam lo impidió.

-Muéstrame el papel... -pidió serio, al parecer le importaba mucho su bienestar, pero Andy pensó que no había mejor forma de arruinar ese momento que hablando de eso. Aunque por el otro lado le dió satisfacción saber que estaba preocupado por él.

Metió la mano en el bolsillo trasero de su pantalón y le entregó el papel al portero.

-Leelo tú, todavía no lo he leído -dijo quedándose a horcajadas sobre él y cubriendo sus oídos para no escuchar; le daba miedo lo que pudiera decir allí.

-Está bien... -Sam abrió el papel y lo leyó. Luego miró a Andy-. Mejor besémonos -lo atrajo hacia él tomándolo por la ropa, pero ahora fue Andy quién se resistió al beso.

-Dime que dice... -se cruzó de brazos exigiendo saber.

Sam suspiró y luego dejó el papel sobre su mano. Andy lo leyó sin titubear:

"No creas que lo he olvidado..."

Rompió el papel a la mitad y lo tiró al suelo para luego tomar la cara de Sam y plantarle un beso en esos jugosos labios.

No iba a dejar que ese estúpido juego le arruinara el momento.

Sam, quién no se resistió en lo absoluto, lo tomó por la cintura y se levantó del pequeño sofá con él encima hasta que lo depositó sobre la cama.

-Con su permiso... -dijo quitándose su saco de portero y subiéndose sobre él.

-¿Cómo llegamos a esto? -preguntó Andy con una risa juguetona y las mejillas rojas.

-Bueno, déjame explicarte... -gateó sobre él y dejó un beso en sus labios-. Tú me besaste primero, y ahora soy adicto a tus labios -le miró el cuerpo entero con deseo.

-Ay, Sam, no te hagas el poet... -su frase fué interrumpida por un beso apasionado en el que Sam llevaba todo el control.

La sesión de besos continuó sobre esa cama revuelta. Eran dos completos extraños intentando conocerse a través de su saliva, y resultó ser que se entendían mejor de lo que ellos pensaban.

Horas después, los almohadones se hallaban tirados en el suelo, las mantas de la cama desparramadas por todos lados al igual que las prendas de ropa. La cama hacía movimientos de adelante hacia atrás, rítmicamente, mientras que algunos sutiles quejidos eran tapados por el ruido que hacía la misma al chocar contra la pared.

-No te detengas... -suplicó Andy observando a Sam encima suyo al tiempo que sentía sus propias rodillas chocar contra su pecho. El cabello mojado se pegaba a su frente y sentía como si la temperatura del apartamento se hubiera elevado unos veinte grados.

Sam se movía rápidamente sobre él mientas se miraban a los ojos. Andy pensó que había perdido la cordura, pero no precisamente porque pensara que eso estuviera mal, sino por lo mucho que le enloquecia el hermoso chico que tenía encima.

¿Por qué el portero se veía tan lindo sudado y desnudo sobre él?

En ese momento, morderse el labio inferior fue la única forma que encontró para no decir todas las obscenidades que estaba pensando.

Rodeó el cuello de Sam con sus manos para atraerlo hacia él con desesperación, ansiando sentir su pecho rozar con el suyo. Sam se recostó sobre él sin dejar de moverse, y sus bocas se juntaron en un beso desesperado.

Algunos minutos después, -quizás horas-, ambos chicos recuperaban el aliento sobre la cama, en silencio, tapados con la sabana blanca y sintiendo la brisa de la puerta abierta del balcón chocar contra sus frentes sudadas.

-¿Qué dices si vamos por unos dulces? -sugirió Andy para cortar esa sutil pero sin dudas extraña tensión que había en el ambiente.

Sam volteó la cabeza para mirarlo, y sonrió.

-Vamos...

Through The Lock © [Completa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora