Dulce confusión

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-Está bien. Entonces se supone que estas no son tus horas de trabajo?

-Así es.

-Bien, entonces acompáñame a comprar unos dulces y luego iremos a dormir, ¿que dices? -propuso. El chico, a pesar de ser muy joven, se veía cansado y algo demacrado, y eso seguramente se debía a que trabajaba todo el día y no descansaba bien. A Andy le dio lástima, y se dió cuenta de que él siempre había tenido todo: nunca había tenido que trabajar para ganarse el dinero porque sus padres le habían dado todo lo necesario, incluso para que terminara su carrera. Y era conciente de eso; era un chico con suerte.

-Está bien -el portero se acercó hacia la puerta y la abrió dejando pasar primero a su salvador de la noche.

Cruzaron la calle solitaria y oscura; el alumbrado público apenas dejaba ver algunos sutiles reflejos en la calle. Al ingresar a Candy Cane, Andy se emocionó; amaba los dulces con locura y esa tienda estaba repleta de ellos.

-Buenas noches -saludó una joven rubia apareciendo por detrás del mostrador al escuchar la campanilla de la puerta.

-Buenas noches -contestó Andy.

-¿Que llevarán? -sonrió.

-Unos dulces que están enroscados, ¿cómo se llaman? -Sam miró a la vendedora intentando recordar el nombre-. No lo recuerdo, pero son color café -concluyó sonriente, aparentemente emocionado por comprar dulces.

Andy lo miró de reojo, la sonrisa del portero iluminaba la tienda completa, y por el repetitivo movimiento de sus manos sobre el mostrador, era obvio que estaba ansioso por comer dulces.

Sam se acercó a Andy, y susurrando casi como si quisiera decirle un secreto, dijo:

-Esos son mis favoritos -sonrió mordiendo su labio inferior de una forma que a Andy se le hizo muy tierna.

-También los mios... -contestó, intentando ocultar la emoción de que al fín habia encontrado un ser en la tierra a quien le gustaran los mismos dulces que a él. Pues eran algo ácidos y amargos al mismo tiempo. No eran el gusto favorito de todo el mundo.

-¡¿Enserio?! -abrió los ojos muy grandes. Seguramente estaba tan emocionado como él de que les gustaran los mismos dulces.

-Que sean dos cajas por favor -pidió Andy a la chica.

-Bien, dos cajas de Tornillos -dijo ella, y se los entregó en la mano luego de buscarlos bajo el mostrador.

Andy dejó que Sam pagara luego de la pequeña discusión sobre quién debía pagar. Él lo convenció diciendo que dormiría en su apartamento a cambio de que lo dejara pagar los dulces, de lo contrario, pasaría la noche en el banco de la entrada. Un argumento bastante convincente para Andy, quién no iba dejar al portero dormír en el frío recibidor teniendo un sofá de sobra.

Aunque Andy tuviera algunas intenciones ocultas detrás de dejar dormir al portero en su apartamento. Primero, no podía dejarlo dormir en un banco, pero segundo, eso del papel debajo de su puerta lo había dejado algo intranquilo. Asi que sería mejor si tenía algo de compañía. Aunque fuera la de alguien a quién apenas conocía.

Volvieron al edificio y subieron al piso 3. Andy abrió la puerta de su apartamento y encendió las luces. Secretamente chequeó el suelo para ver si ésta vez habría o no un papel, pero gracias al cielo, no había nada allí.

-Escucha, el sofá es muy pequeño, pero creo que es más cómodo y más calentito que un banco de metal -señaló el sofá color crema junto a la cama, insinuando que podía recostarse cuando quisiera.

-Gracias, eres muy amable -sonrió él algo incómodo, y le dió una de las cajas de dulces en la mano-. Que descanses.

Andy se metió al baño, cepilló sus dientes y se puso su pijama blanco con rayas verticales rojas. Salió del baño secando su rostro con una toalla.

-Quizás mañan... -interrumpió su frase al mirar hacia el sofá y ver al portero completamente dormido. Se veía algo incómodo, pero aún así reposaba su flaco cuerpo en el sofá y dormía como un ángel.

Su caja de dulces había caído de sus manos así que Andy se acercó despacio para tomarla y la dejó cuidadosamente sobre la mesada de la cocina. Luego cubrió al chico con una de las mantas de su cama para que no pasara frío.

Se acostó a dormir y en solo segundos cayó en un sueño pesado, olvidando sus dulces a un costado de la cama.

Through The Lock © [Completa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora