Imagina que es real

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A la mañana siguiente, un confundido y contracturado Andy se despertó con el primer rayo de luz cuando escuchó una alarma que parecía provenir de su mismo edificio y la cuál sonaba sin cesar. Prefirió no darle demasiada importancia y se levantó para terminar de poner en orden algunos detalles del apartamento que acababa de comprar, como por ejemplo el pequeño detalle de que aún no contaba con el servicio de agua, y estaba ansioso por tomar una larga y caliente ducha.

Se vistió, y aunque no pudo lavar su cara ni sus dientes, peinó un poco su ondulado pelo negro para no verse tan desaliñado. Tomó las llaves y salió. Elegía usar las escaleras en lugar del elevador porque eran tan solo tres pisos, y de esa forma mantendría un poco mejor su figura. O eso decía él para evitar ir al gimnasio.

Al salír resivió una amable sonrisa del portero que le abrió la puerta del edificio y, seguido de eso, la de una anciana que justo pasaba por ahí.

De verdad que todos son muy amables aquí, pensó mientras buscaba en su celular dónde solucionar el problema del agua. Quitó la vista de la pantalla por un momento para ver qué había al rededor: detrás suyo, el edificio de su apartamento, al frente una tienda de dulces llamada Candy Cane, que según él, el universo había puesto allí solo para molestarlo; amaba los dulces de todo tipo, y esa tienda estaba abierta las 24 horas. Refunfuño al darse cuenta de que de esa forma no podría cuidar tanto su figura.

Miró hacia los costados, y decidió caminar hacia la derecha, así llegaría al restaurante donde se golpeó la cabeza a la vuelta de la esquina, y quizás allí podrían decirle dónde ir para que le conecten el agua. Después de todo, por ahora ese era el único lugar que conocía.

Ésta vez fué muy cuidadoso de no golpear de nuevo su cabeza con ese cartel que, efectivamente, estaba colgado demasiado bajo.

-Buenos días -pronunció en voz baja, ya que otra vez no había nadie dentro del local, ni siquiera alguien que lo atendiera. Estaba seguro de que si hubiera levantado la voz un poco más habría escuchado el eco de sus propias palabras.

Esperó unos segundos allí parado, apoyado contra el mostrador y observando el lugar, y de repente una voz lo sobresaltó mientras estaba distraído:

-¿En qué puedo ayudarte?

Andy volteó rápidamente al escuchar la voz a sus espaldas.

-Buenos días, yo estoy buscando la Municipalidad o algo así, necesito que conecten el agua en mi apartamento -dijo aún asustado, no había visto a la persona detrás de él.

-La Municipalidad queda justo en frente -el chico señaló con el dedo hacia un pequeño edificio viejo.

-Muchas gracias -Andy sonrió ante el hecho de que todo quedaba literalmente muy cerca -Por cierto, mi nombre es Andy y soy nuevo, digo, me mude ayer aquí a la vuelta.

-Oh, últimamente hay gente nueva por aquí. Es raro, digo... ¿quién querría vivir aquí? -rió de una forma extraña-. Mi nombre es Giussepe, un gusto.

-Es un gusto -contestó y estiró los labios en una sonrisa que fingió para no ser descortés; por dentro su comentario le había provocado un escalofrío. Y ahora entendía el nombre del restaurante: ese pelirrojo, aunque era muy joven, debía ser el dueño.

Andy salió del local para cruzar la calle. Y luego de unas horas de espera, y unos cuantos papeleos, al fín conectaron el agua en su apartamento. Ahora sí, podría al fín ducharse y lavarse los dientes como tanto ansiaba.

Al salir del viejo edificio se vio algo desorientado. Miró hacia todos lados antes de recordar el camino de vuelta a su apartamento. La ciudad era pequeña, pero podrías perderte en ella fácilmente: sus desoladas calles eran estrechas y cortas, casi laberínticas.

Cruzó la calle principal y justo frente al restaurante se encontró nuevamente con Jason, quién lo saludó con esa amplia sonrisa.

-Nos cruzamos de nuevo -saludó Andy algo incómodo; después de todo apenas conocía a ese chico.

-Y me alegra que así sea -contestó el rubio-. ¿Quieres cenar o beber algo hoy? -propuso.

-De hecho, iba en camino a ducharme y terminar de acomodar algunas cosas...

-Claro, entiendo... No te preocupes -contestó. Y a decir por el rubor de sus mejillas, se había puesto algo incómodo por haberse invitado solo, y para colmo, haber sido rechazado.

-Pero podríamos comprar unas cervezas y beberlas en mi apartamento, digo, si quieres -Andy se razcó la nuca incómodo: quizás eso era demasiado, apenas si conocía a ese chico, pero le dió lastima su expresión de niño decepcionado. Además, le debía una por haber sido tan bueno con él el día anterior.

-Me parece bien -respondió Jason hurgando entre los bolsillos de su Jean ajustado-. Si, tengo suficiente dinero, compremos aquí en el restaurante -lo señaló mirando a Andy, como buscando su aprobación.

Ambos chicos ingresaron al local. Giussepe los atendió y les dió las cuatro cervezas que habían ordenado, y Andy pagó con su tarjeta de crédito, aún cuando Jason le rogó que lo dejara pagar.

-La próxima vez lo pagaré todo yo -gruñó Jason cruzándo los brazos sobre su pecho.

-¿Quién dijo que habrá una próxima vez? -respondió Andy con una sonrisa juguetona.

-Ah, entiendo. Lo siento creí que... - contestó algo confundido.

-Es chiste, creo que podemos ser amigos, estás invitado cuantas veces quieras -rió, y Jason sonrió mostrando su dentadura perfecta y lanzando una risita, casi como un niño.

-Disculpe, solo necesito su firma aquí y aquí- Giussepe señaló el ticket de la compra.

Andy tomó un bolígrafo rojo que se encontraba sobre el mostrador y firmó el ticket. Ambos chicos saludaron al amable vendedor y caminaron lentamente hacia el apartamento. El portero les abrió la puerta cuando llegaron y los saludó, como siempre, con mucha amabilidad.

-Escucha Jason, adelantate, ingresa a mi apartamento en el piso tres y lleva las bolsas, yo debo preguntarle algo al portero y enseguida subo -revolvió sus bolsillos hasta que encontró la llave.

Jason tomó la llave de las manos de Andy y con una bolsa colgando en cada brazo subió al elevador. El portero llevó la vista hacia él y lo observó hasta que las puertas se cerraron.

-Buenos días -dijo Andy-. Escuche, hoy por la mañana escuché una alarma sonar, creo que era del edificio, ¿está todo bien? -frunció el ceño preocupado, no quería escuchar algo como "este lugar es muy inseguro" o algo parecido. No se había mudado allí para escuchar una explicación tan decepcionante como esa.

-Si, al parecer alguien quiso ingresar al departamento del primer piso por el balcón -explicó-. Pero no se preocupe, cuando llegué ya no había nadie.

-Ah, entiendo... -miró al suelo algo decepcionado-. Bueno, muchas gracias -sonrió amablemente y su sonrisa fué respondida con otra.

Subió las escaleras a paso lento; al parecer no estaba tan en forma como él pensaba. Al llegar algo agitado al piso tres, y ver a Jason parado de espaldas junto a la puerta, se acercó lentamente por detrás. Él se encontraba concentrado en algo que sostenía en sus manos.

-¿Qué haces?- preguntó frunciendo el ceño.

-¡Mierda! -Jason dió un respingo al verlo a su lado. Tragó saliva y lo miró fijamente, asustado, como si hubiera visto un fantasma. Entonces le entregó un papel en las manos-. Encontré esto bajo tu puerta cuando entré -dijo en voz baja.

Andy tomó el papel y leyó lo que decía en voz alta:

"ESTARÉ VIGILANDOTE, ANDY"

Through The Lock © [Completa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora