«¿Por qué no puedo soñar que se me caen los dientes, corro sin avanzar o cabalgo a lomos de un unicornio que orina arcoíris?»
Tenía traumas con los cuartos de baño y los vikingos. Apagué la alarma, estando igual o más cansada que cuando me metí en la cama por la noche. No volvería a depender de la química para dormir a menos que me lo recomendara un médico. Coloqué la cabeza sobre la almohada como una persona normal. Intentaba huir de la imagen de Will tocándome, besándome y haciéndome jadear. Dios, ¿cómo iba a ver la última temporada de The Last Kindong así?
Me removí inquieta, notando algo contra la espalda y me deshice del capullo de sábanas. Giré para ver qué era lo que había en el colchón y encontré la gorra negra. La cogí con una mano trémula y la lancé hacia mi escritorio, apartándola de mí.
Sabía que solo era un sueño, uno húmedo y estúpido, pero no lograba tranquilizarme. Estaba ardiendo, como si incubara un resfriado. Hice los 25 abdominales más rápido que nunca, motivada por el nerviosismo. Tras ello, me levanté para ir al baño, abrir el grifo y echarme agua fría en la cara. Recé para que ese sueño fuera fruto de unos delirios por la fiebre.
—¿Por qué con él? —me recriminé, debía estar preparada para encontrarme con Will—. ¿Y por qué un vikingo?
No servía ni sirvo como guionista de pelis guarras. Me cuestioné si era capaz de mirarle a la cara después de eso sin que me derritiera como una chocolatina bajo el sol de junio. Los sueños no eran ventanas al inconsciente ni a los deseos más salvajes y perversos... ¿Verdad? ¡¿Verdad?!
Con la cabeza hecha un caos, me puse las lentillas y saqué la ropa deportiva. Sopesé la idea de utilizar gafas de sol para no tener que verle directamente. Revisé mi móvil, en la bandeja de notificaciones había varios mensajes, pero solo uno me dejó sin respiración.
Will:
¨Espero que estés mejor, Rubita¨.
Él estaba en línea y pudo saber que abrí el mensaje. Necesitaba un vaso de agua o un exorcismo para calmar a mis demonios internos. Vale, puede que hiciera una montaña de un grano de arena. Respiré hondo, intentando llenarme de serenidad. Empecé a escribir con dedos temblorosos.
¨Lo estoy¨.
¨Voy a desayunar¨.
¨Lo de ayer solo fue por el estrés¨.
Will:
¨Adivino¨.
¨¿Solo agua y media manzana? ¨.
Fruncí un poco el ceño mientras bajaba por las escaleras. Había cambiado de dieta y por la mañana tocaba medio pomelo con zumo, pero venía a ser casi lo mismo que dijo él.
Un olor delicioso salía de la cocina. Gloria ya estaba delante del horno, sacando una bandeja de magdalenas. Erik tamborileaba los dedos sobre la superficie de la mesa, esperando la comida. Les saludé antes de sacar el zumo de pomelo del frigorífico y me senté en un taburete junto a mi hermanito. Gloria iba colocando los dulces en una bandeja con varios niveles, dejándolos muy bien ordenados y formando una pirámide de pastelitos. Podía morder una magdalena y enviarle una foto para luego deshacerme de ella, pero la idea de tirar comida me parecía enfermizo en ese momento.
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Hecha de Estrellas (TERMINADA, editando borrador)
Teen FictionAunque estudian en el mismo instituto, Aurora y Will son de mundos distintos. Sin embargo, hay algo que les une: la venganza contra sus ex. ¿Qué es lo que pasa cuando a la chica buena le toca sentarse al lado del chico malo en la clase de Biología...