42. Incidentes

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Aurora

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Aurora

Pude centrarme y disfrutar de la velada con Dominik. La obra había sido magnífica y charlamos bastante. Ambos éramos hijos de bailarines, por lo que me animé a hablar más sobre el tema de lo que suelo hacer con otras personas e intercambiamos anécdotas de las academias.

     Acabábamos de entrar en el Tártaro, pero nuestra discusión aún continuaba desde que salimos del teatro. No eché en falta a Harold junto a la puerta ni sus insultos sobre mi edad.

     —Me dijiste que te gustaba Shakespeare —dijo él mientras dejábamos los abrigos en el armario.

     —Y me gusta, pero hay detalles que no me convencen.

     —Dime uno —me retó Dominik.

     —Romeo tiene unos 16 o 18 años. Julieta apenas tenía 13. ¿Quieres más argumentos? —Creí que con eso bastaría, aunque su expresión de perplejidad seguía ahí—. Disney hizo algo similar en Blancanieves.

     Parecía que mi broma le remató. Puede que fuera algo naíf, pero no veía a mi hermana pequeña suicidándose por un chico. Quizás, solo por la separación de BTS.

     —Míralo desde la perspectiva histórica —argumentó él—. Shakespeare escribía, por lo general, para satisfacer la moralidad de su época.

     —No estoy diciendo lo contrario —dije y luego, cité la primera frase de mi redacción de Lenguaje—. Sin embargo, es una gran historia de amor que se basa en el enamoramiento. ¿Soy un demonio?

     —¿Qué?

     —Es que me miras como si me hubieran salido cuernos.

     —Con ese vestido, pareces un ángel.

     Me tomó de la mano y me la alzó, sosteniéndola con dos dedos. Volteó la muñeca. Yo entendí el gesto y giré con fluidez sobre mis tacones. Debíamos lucir dignos de una sesión de fotos.

     —Así que estoy con una chica que nunca protagonizará una novela romántica —comentó con gracia.

     La verdad, me veía más como la amiga desgraciada que acababa con muchos gatos. Yo nací para eso.

     —No creo que exista el amor a primera vista. ¿Tú sí?

     —Lo he experimentado.

     —¿Y cómo fue?

     Su mano aún sostenía la mía. Dominik sonrió, una pequeña sonrisa algo asimétrica. Parecía que un pensamiento había cruzado su mente antes de responder.

     —Lo que duró, fue lo más mágico que he vivido —dijo por encima de la música.

     Por dentro, el Tártaro tenía forma de botella: un estrecho pasillo con escaleras que se abría en una sala llena de gente. La guitarra y la voz me golpearon los oídos. El lugar estaba abarrotado y la música era demasiado alta. Olía como la cesta de la colada de Bob Marley.

Hecha de Estrellas (TERMINADA, editando borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora