14. No a todas las vuelves locas

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En el parque Battlement hay una pequeña fuente con querubines meando de piedra blanca

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En el parque Battlement hay una pequeña fuente con querubines meando de piedra blanca. Había invertido una fortuna en aquella fuente de niña, con la esperanza de conseguir un unicornio.

Will me escribió indicando que ya estaba en el parque. Iba a ser la primera vez corriendo juntos y, extrañamente, me sentía ilusionada. No me gustaba correr sola, pero Luke vivía lejos, Emily no era funcional hasta pasadas las diez de la mañana y Blanca era Blanca, solo corría si tenía un evento cerca en Pokemon Go.

Apoyé un pie en la fuente para poder atarme los cordones. De pronto, noté algo moviéndose a mi lado. A mi derecha había un perro, su cabello le llegaba hasta las patitas y llevaba una horquilla rosa apartándoselo de los ojos y una correa que arrastraba sin dueño. Parecía que limpiaba el suelo e inexplicablemente seguía siendo de un color blanco como un fantasma peludo o una mopa de fregar. Colocó una pata sobre mi pierna y yo me incliné para acariciarle con la mano. Este la olisqueó y dejó que le tocara la cabeza.

—¡Disculpa! —Escuché como alguien se acercaba corriendo hacia el perro mopa—. Aún es un cachorro y cuesta controlarlo.

Miré al tipo quien agarró la correa del suelo.

—No pasa nada. —dije yo y le sonreí—. Es muy lindo.

—Sí, como tú —dijo el hombre, no era un muchacho y yo hice una mueca—. No quiero decir que te parezcas a mi perro, tienes el pelo muy bonito como él, yo... lo estoy fastidiando. —Pasó la mano por su cabello pobre—. Solo quería decir que eres guapa.

Yo me quedé en el sitio, sin saber cómo responder a eso. No estaba extrañada por haber comparado mi pelo con el de su perro (el cual seguro que era mejor), sino porque se veía mayor. Debía tener unos 40 años, con pinta de pasar por su segundo divorcio y se había fijado en mí. Hacía muy poco, yo era menor y me costaba adaptarme a la idea de que ya era legal tanto para conducir como para subir videos eróticos.

Dejé de acariciar al perro y me puse en pie.

—Gracias —respondí—. Bueno, que tenga un buen día.

Pensé que solo tendría que decir eso, marcharme y la anécdota terminaría ahí, pero no. Cuando empecé a moverme hacia la zona infantil para buscar a Will, él me siguió.

—Te acompaño.

Tragué saliva y el pelo de la nuca se me erizó.

—No es necesario —dije evasiva.

—Debe ser aburrido correr sola. ¿Vienes mucho por aquí?

—No, pero me gusta correr con personas que conozco. —Aceleré el paso, las patas de la mopa eran cortas y no podría seguir el ritmo.

—Se nota. —Su mirada era desagradablemente intensa—. ¿Luego te tomarías algo en un sitio cerca?

Sacudí la cabeza, ese hombre no entendió mi indirecta muy directa. Me paré en seco para contestarle, pero a lo lejos vi algo que mi mente no estaba preparada para ver.

Hecha de Estrellas (TERMINADA, editando borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora