25. Recomiendo que te agarres

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Las palabras de Heather aún retumbaban en mi cabeza cuando entramos en el ascensor

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Las palabras de Heather aún retumbaban en mi cabeza cuando entramos en el ascensor. No le rompas el corazón, difícil hacerlo si le pertenece a otra persona.

La cena había ido mejor de lo que planeé, estaba satisfecha. Will pulsó el botón mientras yo revisaba las imágenes de Káiser. Acaricié la superficie de la pantalla de mi iPhone con cuidado de no cortarme. Comprobé a las personas que habían visto las Stories. Vanessa miró todas mis fotos posando con Sammy y el baile con Jin. La maldad vivía en mí.

También había una nueva solicitud en la bandeja de notificaciones, Dominik quería seguirme. Guau. Ya vi su cuenta, las fotos y videos de las coreografías descamisado, pero desde el anonimato que proporciona internet. Había cuchicheos sobre mí y el señor Bourdieu, quizás debía mantener cierta distancia con los profesores.

—Mierda —escuché decir a Will.

Antes de que pudiera preguntar qué pasaba, él pulsó el botón de emergencias. Era evidente que estaba tramando algo.

Will se alzó sobre mí con aspecto amenazador. De pronto, me levantó del suelo cogiéndome por la cintura y colocó mi trasero sobre una barandilla de metal. Yo tenía los brazos sobre sus hombros y meneé los pies. Ser tan bajita y él tan enorme no me permitía defenderme mucho.

—Will, pero... —dije, pero me callé cuando me rodeó la cintura con las manos y me apretó contra la pared.

—Hazme una visita por aquí arriba.

Me sujetó el rostro con una mano y me echó la cabeza hacia atrás. El iris de sus ojos tenía vetas de color cobalto y se tornó completamente negro antes de besarme. Me quedé atónita, sintiendo la suavidad de sus labios contra los míos, pero sin comprender del todo lo que estaba sucediendo. Sentí que fluía electricidad por mi cuerpo con cada roce y cerré los párpados.

Me dejó sin aliento, yo apreté la pierna contra su cuerpo para mantener el equilibro y él me rodeó la pantorrilla con la mano que tenía libre. El pulso de me aceleró, los pezones se me tensaron y los dedos de los pies se me curvaron dentro de los zapatos. Quizás notó cómo se me puso el vello de punta porque sus labios se curvaron en una sonrisa. Entonces, escuché la sangre palpitando en mis propios oídos hasta que alguien tosió falsamente.

Mis ojos se abrieron con sorpresa cuando lo vi mirar por encima de mi hombro, directamente hacia la mujer que se acercaba. Debía tener unos cuarenta, llevaba un salto de cama de color púrpura y pantuflas. Iba demasiado maquillada para andar en pijama, el borde de sus labios era mucho más oscuro que el centro y llevaba un anillo de matrimonio. Una bolsa de basura colgaba de su mano.

—Buenas noches, William —le saludó en un tono aflautado.

Él fue el primero en reaccionar, se inclinó y pulsó el botón del interfono.

—Buenas noches, señora Farrés —dijo él mientras me bajaba al suelo.

Le miré, anonadada. En unos segundos retomó la expresión seria.

Hecha de Estrellas (TERMINADA, editando borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora