Capítulo cuatro.

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CELOS

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CELOS

Sophia...

El lugar se veía bastante bonito, considerando el horrible gusto de Roma. Estaba nevado, no demasiado, pero el paisaje si se apreciaba blanco invernal. Tomé asiento en una de las sillas que se habían ubicado en la cabaña en donde se realizaría la ceremonia.

El vestido de Roma realmente parecía salido de un cuento de hadas, con mangas abullonadas dejando sus hombros al aire, sin velo, pero con un bonito tocado de hojas doradas. No era una boda grande ni mucho menos, era algo pequeño, pero bonito. Con los suficientes invitados y la suficiente decoración.

—Bonito —no pude contener la sonrisa al escuchar aquella voz, por más que lo intenté.

—Siempre me veo bonita, Maverick.

Maverick, uno de los mejore amigos de mi hermano rió a mi lado —Hablaba del lugar. Como dices, no hace falta comentar que te ves deslumbrante, Sophia Adams, igual que siempre.

—Cautivador —lo observé de reojo al igual que él. En el pasado nos habíamos enrollado un par de veces, pero terminamos como buenos amigos. No de esos que hablan todos los días, ni siquiera tan seguido, pero nos conocíamos y nos llevábamos bien.

Observé como Noah esperaba delante de todos arreglando una y otra vez sus mangas. Sus manos temblaban sin control, pobre chico.

La procesión comenzó con Liberty entrando como una ranita alegre por el pasillo; lanzando pétalos de flores como una verdadera granjerita mientras canturreba al ritmo de la música. De cerca la seguía Valentino del brazo de Caelia, ambos riendo al ver a la sobrina Vittale acaparar toda la atención con su sencillo vestido café con leche.

Era tierna, nada que decir.

Caminaron hacia una mesa que imitaba un especie de altar pero mucho menos formal, con un sencillo pastor detrás de ella que ni siquiera vestía con una túnica típica de sacerdote.

Entonces lo vi. Mattia entró caminando del brazo de una chica joven, a quien reconocí como amiga de Roma de la universidad por las fotos que había visto en Instagram. Estaba serio en su traje negro de pies a cabeza, ni siquiera la camisa era del típico blanco; aunque no parecía como si entre los padrinos y las damas de honor hubiese cierto código de vestimenta.

No desvió la vista de en frente, así como tampoco pudo evitar sonreír al ver a Noah; a quien le ofreció un abrazo cariñoso al llegar adelante.

A mi lado escuché a Maverick soltar una risita. Y es que en ese momento apareció Santino cargando el par de anillos dentro de una pequeña cestita. Se veía demasiado enorme para llevar algo tan pequeño.

Fue entonces que una Roma muy sollozante y sonriente entró tomada del brazo de su padre. Caminaron a paso firme hasta adelante en donde Domenico Vittale le dio un largo beso en la frente a su hija antes de posar la mano de ella sobre la de Noah. Se acercó al novio y le dio un abrazo igual de paternal antes de alejarse.

Un último disparo [Vittale #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora