Un último disparo [Vittale #3]

Capítulo once.

JACKSON STUART

Sophia...

¿Qué como terminé enfurruñada en mi asiento con un Kai aún más enfurruñado a mi lado?

Les juro que ni yo me doy por enterada.

—Sophia...

—No me hables.

—Perra.

—Gilipollas.

Sip, bastante enojado.

Al menos espero que entienda como, además de ser compañeros de trabajo somos irracionalmente incompatibles.

Por si no lo han notado la cita fue una porquería total, aun cuando ni siquiera fue real por mi parte, y quizás eso provocó gran parte de nuestra discusión. Y es que no soy falsa, si algo no me gusta lo demuestro, y realmente no quería estar allí.

Aunque siendo completamente honesta, tal vez me excedí un poquito.

No la verdad es que no; Kai era un completo gilipollas al cubo. Solo practiqué mi venganza, es todo.

Lo primero fue cuando me subí al coche.

—¿Qué hay? —saludó Kai. La verdad se veía bien; con la camisa blanca abierta, pantalones oscuros, pero joder ¿esa mirada de idiota? ¿Por qué no miraba mis ojos en lugar de mi pecho?

—Nada.

—¿Nos vamos?

—Vaya, y yo que quería jugar voleibol —respondí sarcásticamente.

—Tomaré eso como un sí.

—Pero si eres Einstein.

—Soy tan inteligente como él —presumió. Dios, como me gustaría darle un buen puñetazo en la sonrisa engreída.

—Y yo soy Kate Middleton.

—Casi tan hermosa como ella. —respondió como si fuera un alago, sin embargo fue el cumplido más cutre que he escuchado.

¿¡CASI?!

Por favor, cuando menos soy afrodita. Kate Middleton no se compara a mí.

—¿Por qué no cierras el pico de una vez y conduces?

Mattia me había enviado un texto diciendo que habría una patrulla con agentes cerca de nosotros en todo momento por si la cosa se salía de control, lo cual solo contribuyó a aumentar mi ansiedad y desagrado.

Cuando bajamos del auto, obviamente Kai me apretó contra él firmemente.

—No me toques —gruñí. Dándole un codazo en las costillas y haciéndolo resoplar con exasperación. —Que te parto el labio. Y por favor ¿Te molestaría levantar la mirada de mi culo?

Otro gruñido enojado.

Bueno ahora somos dos.

¿¡Por qué nunca puedo gustarle a alguien que me guste a mí?!