Capítulo diecinueve.

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GILIPOLLAS UNI-NEURONAL

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GILIPOLLAS UNI-NEURONAL

Sophia...

—Esto está mal —jadeé mientras los labios de Mattia recorrían mi mandibula entre mordiendo y besando suavemente.

—¿Y por qué se siente tan jodidamente bien? —gruñó y su boca volvió a la mia.

Sus manos acariciaban mi cintura mientras que sus labios seguían moviéndose contra los míos. Había cerrado mis piernas a su alrededor, por lo que su entrepierna rozaba una parte sumamente sensible, que me hacía jadear con cada movimiento. Mis dedos jugueteaban con su cabello húmedo y lo tiraban suavemente cada tanto haciéndole apresurar más el beso.

Cuando ambos nos quedamos sin aire, Mattia despegó su boca de la mía y apoyó nuestras frentes una contra la otra. Aún no procesaba que todo esto era real; el vuelco que dio mi corazón era real, el nudo en la tripa era real, la piel de gallina también lo era.

Pero eso no podía pasar.

Antes de perder más dignidad de la que ya había perdido con este chico, tomé sus manos y las separé de mi cintura.

—Esto es un error, lo dije en serio —abrí los ojos y me lo encontré mirándome directamente a los mios —Somos un desastre juntos. Esto jamás pasará de nuevo.

No sobreviviría si lo hiciera.

Apretando la mandibula, Mattia asintió y me soltó rápidamente, alejándose de mí como si tuviese una enfermedad contagiosa.

—Lo siento, no debí haberte besado.

Me aclaré la garganta que se había vuelto rasposa y levanté la barbilla —Ahí están las galletas —indiqué —Estoy cansada, me voy a dormir.

—Buenas noches. —dijo igual de frio que yo en este momento. Cualquier retargo del beso desaparecido por completo.

—Hasta mañana.

Salí de la cocina caminando hasta mi habitación. 

¿Por qué las relaciones tienen que ser tan complicadas? Sería más fácil tener un conejo que un Mattia.

Mi teléfono sonó con la llamada entrante de mi hermano.

Sophia, no hay vuelos disponibles hasta dentro de un mes.

Mierda. Hum... ¿Tienes tiempo para una videollamada?

Sí, supongo. ¿Funcionará?

Eso espero. —apreté los ojos estresada por no quere hablar con mattia, pero tener que hacerlo. Salí de mi habitación y golpeé a la suya, había escuchado sus pisadas por el pasillo —Necesito hablar contigo —dije a través de la puerta. Cuando no abrió, agregué —Es sobre Paco.

Pasaron unos segundos en los que pensé que me dejaría con las palabras en la boca, cuando la puerta de su habitación se abrió. Mattia se sostuvo con ambas manos del marco superior de la puerta y se dejó caer sobre mí viendo mi teléfono en un gesto increíblemente sexy.

Un último disparo [Vittale #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora