Capítulo trece.

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ENTRENAMIENTO

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ENTRENAMIENTO

Sophia...

Desperté de un sobresalto cuando alguien abrió mis cortinas.

—¿Qué...?

—Levanta. Iremos al gimnasio.

Me arropé aún más entre mis sabanas.

—¿Qué hora es?

—Las cinco treinta. —respondió Mattia —Dijiste que querías ir a la oficina, por lo que entrenar antes de ello es lo más factible. Ahora vístete para bajar.

Eso me hizo abrir un solo ojo y disfrutar de la vista del cuerpo de Mattia con la escasa ropa deportiva.Vaya.

—¿Podré ir a la oficina al fin? Ya estaba planeando mi escape.

Suspiró pasándose las manos por la cara

—Sophia, de verdad necesito que puedas defenderte. Necesito que estés a salvo sin que esté contigo las veinticuatro horas del día.

—¿Necesitas?

—Necesito —confirmó —Si algo te pasa...

—¿Sería el fin de tu carrera? —completé por él.

—Te espero abajo —fue su única respuesta dejando mi habitación.

¿Y eso? Temprano en la mañana y ya estaba de mal humor. Genial

A regañadientes me levanté de la cama para buscar la poca ropa de deporte que tenía; un mísero conjunto de top y mallas que usaba las pocas veces que bajaba al gimnasio. Llené una botella con agua en la cocina y salí del apartamento sin siquiera el teléfono celular que vibraba a cada minuto con un nuevo correo, aunque fueran las cinco de la mañana.

Cuando llegué al subterráneo del edificio, más concretamente a la entrada del gimnasio, pude visualizar perfectamente a Mattia haciendo pesas. Madre mía.

Observé atentamente como los músculos de sus brazos se contraían a través de la camiseta negra, la cara de concentración, los rasgos maulinos, ...

¡No, Sophia, no!

Me aseguré de ser lo suficientemente ruidosa con mis pisadas al entrar para que escuchara mi presencia y no pensara que lo espiaba.

O bueno, no lo notara.

—Entonces ¿Qué aprendemos primero?

Mattia reposó la enorme pesa sobre los soportes de la especie de camilla en donde estaba recostado. Se puso de pie y se acercó a mí con paso seguro; levantando mi mano a la altura de su pecho y cerrándola en un puño.

—Aprenderás a golpear.

—¿Golpear? Si me atacan ¿no puedo pegar manotazos a lo loco?

—Un golpe seco en alguna parte sensible es más efectivo que "manotazos a lo loco". Golpéame

Un último disparo [Vittale #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora