Capítulo cuarenta.

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CÁMARA LENTA

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CÁMARA LENTA

Mattia...

Todo pasó en cámara lenta.

La mujer le disparó a Sophia en el estómago.

A mi Sophia.

Un segundo después, Luke entró con un equipo disparándole a Dalia en la cabeza.

Dos segundos después, aproveché el momento de desconcentración de mi opresor para arrebatarle el arma de la mano con un giro y noquearlo.

Tres segundos después, ya estaba arrodillado junto a Adams.

No sentí el impacto de mis rodillas contra el concreto, ni escuchaba los ruidos de la masacre. Los hombres que habían estado sujetando a mi chica huyeron cuando el FBI entró, y yo todo lo que veía era esa maldita mancha de sangre extendiéndose en la camiseta amarilla de Sophia.

—No, no, no, no.

—Mattia —murmuró asustada, su voz se escuchaba bien, pero respiraba agitadamente —¿Estoy bien?

—Si, si, tranquila, muñeca. Estarás bien —la recosté suavemente contra mi regazo y apreté con mi mano la herida tratando de impedir que la abundante cantidad de sangre siguiese saliendo —No dejaré que nada te pasé ¿si?

—Sí —murmuró con menos fuerza y mi corazón se rompió en mil pedazos, no pasaría esto otra vez. No perdería a nadie más.

Estaba acojonado, joder, estaba histérico, en pánico. Mi pulso zumbaba en mis oídos y todo lo que mi cuerpo me permitía hacer era presionar la herida de Sophia para que no siguiese sangrando.

Limpié rápidamente las lágrimas que caían por sus pómulos.

—No llores, guapa.

—Voy a morir —susurró y el miedo en la voz de Sophia era horrible, lo peor que había escuchado en mi vida —Mattia, yo no besé a Kai...

—Shh —la calmé pasando una mano temblorosa por su mejilla —Lo sé y lamento no haberte escuchado, pero ahora estoy aquí ¿Tú crees que yo te dejaría morir? Dime Sophia ¿Confías en mí? —ella asintió —Entonces sabes que lo último que te va a pasar estando conmigo va a ser morir.

—Está bien.

—Eso es, te quedarás conmigo. Aún hay un millón de cosas que me muero por hacer contigo, que me muero por conocer contigo, sería estúpido que murieses ahora ¿no? —intenté bromear, pero mi voz sonó quebradiza, me dolía pensar que no estaba cien por ciento convencido de mis palabras. —Tranquila

—Estoy...—tragó dificultosamente —estoy tranquila, solo duele. Mattia, duele como la mierda.

—Lo sé, cariño —una bala dolía demasiado, sientes el golpe, te quema el calor del impacto, rompe tus tejidos —Pero ya viene un médico, aguanta, Sophia, por favor.

Un último disparo [Vittale #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora