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Habían pasado tres semanas desde el resfriado repentino, no quiero volver a España, pero era irremediable, tenía trabajo. Estos días he estado tan nerviosa por como me iba a despedir que me dolía el estómago, cada dos por tres sentía la necesidad de vomitar.
-No puedes seguir asi- Lorena dejo su teléfono en la mesa y llevo su mano a la cadera- Vamos al médico ya.
-Lorena, son nervios, después de estar tanto tiempo aquí, volver ha significado muchísimo, ahora mismo tengo las emociones muy revueltas- me dio una arcada.
-Si, y el estómago también, al hospital- bufé terminando de preparar mi maleta y luego de vestirnos salimos.
-Aunque vuelvas a españa te llamaran, seguro que es un virus, eso te pasa por tanta marcha.-Pero si he pisado el piso más que tú, y es tuyo, desgraciada- reimos.
-He estado... ocupada- hizo la tijera con sus dedos y, bueno, ya os imagináis.
-Que cerda eres, vamos- cogimos un taxi y llegamos al lugar.
Me hicieron varios análisis y justo cuando me iban a quitar la aguja del suero, me entró una llamada.
-¿¡Ya te has ido!? ¡Perdonanos, me he quedado dormido y Gustabo se ha...
-No te preocupes Horacio, y no llores, estoy en el hospital, creo que tengo un virus en el estómago.
-Estamos aquí al lado, ya vamos.
Colgué y tras quitarme la via salí para encontrarme con Lorena tontear con una enfermera, rodé los ojos riendome y la agarré del brazo para ir a recepción.
-Anastasia- hizo una pausa- te llamaremos esta noche, no hay muestras en laboratorio así que será rápido.
-Bueno, esta noche tomo un vuelo a España ¿Hay problema con eso?- negó.
-No se preocupe, le diremos los resultados.- asentí y tras firmar y hacer el pago, salimos, enseguida vi a Horacio.
-Perracas, subid al coche- Lorena y yo nos subimos y con la música a todo volumen, fuimos rumbo a comisaría. El dúo de chicos murmuraba cosas mientras miraban para atrás.
La comisaria parecía estar cerrada hasta que entré y vi a todos esperando a mi llegada, Greco sostenía una tarta y los chicos tenían varios regalos.
-¿Qué haceis tontos? no hacía falta nada de esto- sonreí abrazando a todos.
-Todos trabajamos hoy, no podíamos hacer otra cosa- Habló el ruso.
-Si, menos mal que el superintendente ha preparado todo si no, no sabíamos que te ibas- Dijo torrente.
Mire al de metro noventa y sonreí para acabar dándole un abrazo a él.
-Encima os retrasais ¿Dónde estabais?- Agarré a mi amiga de la mano.
-En el hospital, llevaba unos días con el estómago revuelto- enseñé la bolsa del hospital con el medicamento correspondiente.
-Pues no te comas eso, lo ha hecho Torrente- añadio Gustabo burlón y reimos mientras el señalaba la tarta.
Los regalos lo habían hecho entre todos, habian varias sudaderas y un satisfayer, todos vergonzosos especificaron que era cosa de Horacio y me llevé un buen rato riendome mientras todos estaban rojos al ver el contenido del regalo.
Tras una breve pausa de su trabajo todos siguieron con sus labores.-Ven- me llevó Jack hasta su oficina y allí, tras cerrar la puerta me dio una bolsa que miré sonriente.
-¿Y esto?