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-A ver Horacio...- cerré la puerta justo cuando Volkov iba a soltarle una reprimenda a Horacio.
Yo apreté la cola que había hecho en mi pelo caminando hacia los vestuarios para encontrarme con Ivanov y Greco, que estaban haciendo piedra, papel o tijera.

-¡Para mi!- Greco, al ganar, cogió rápidamente el Whisky y lo abrazó, yo se lo quité para abrirlo y dar el primer trago.

-Pero...- lo aparté cuando Ivanov iba a cogerlo.

-No se bebe en horas laborales- ellos se quejaron mientras se terminaban de vestir para el turno de noche.

-En la próxima fiesta te vamos a quitar todas las botellas.- le saqué el dedo corazón y caminé bebiendo hasta el despacho de Conway, en las escaleras encontré a Gustabo.

-¿Dónde vas?- él, que ni siquiera se había percatado de mi presencia hasta oír mi voz, me miró.

-El abuelo decrépito me ha reñido- arrugó su cara.

-Esta cascarrabias, por cierto, no entres al despacho de abajo, a saber cómo han terminado Volkov y Horacio- hizo una mueca de asco y reí terminando de subir para seguidamente entrar a la habitación y cerrar.

-No seas tan duro con ellos- ya estaba rojo, seguramente de la irritación que había cogido de hablar con Gustabo, no lo culpo, es desesperante.

-¡¿Pero como cojones ponen una multa por "no ir  a la moda"?!- aguanté la risa.

-Ya pasó, superintendente- me miró sabiendo que si lo llamo así es por algo- Traigo whisky robado y tú turno termina en cinco minutos.

-Voy a cambiarme- bajamos, todos estaban bastante tranquilos, se portaron bastante bien cuando supieron que el superintendente volvía y al parecer así han seguido ahora que esta totalmente recuperado.

-Policia vegana, a ver ese nabo- Horacio entró abrochandose la camisa y reí ante el comentario.

-Eres un...- agarré el brazo de Conway antes de que se tirase al pelirojo.

-Esta noche vamos al bar un rato- Volkov que entró también aviso.

-Nos vamos a casa, esta mañana Anastasia ha corrido media playa sin parar- asentí.

-Si a eso le sumamos que estoy menstruando y los abdominales, estoy completamente muerta- me abracé al ruso.

-Nos vemos mañana- palmeó mi espalda y tras despedirme de todos, salimos por la puerta trasera a el parking.

Luego de subirnos al coche, emprendimos camino a casa donde Ivadog no nos recibió, nos lo habíamos llevado por la mañana a correr.

-Estoy...- se tiró al sofá- exhausto.

-Te haces mayor, Conway- cogí dos vasos donde después de poner hielo, vertí el alcohol. Soltó un gruñido.

-Perdona, casi cien dominadas hice esta mañana- rodé los ojos.

-Superalo Conway, tienes una edad- me miró quitándose la camiseta.

-Pero bien que te gusto- ahí la había clavado.

-Bueno, tampoco es para tanto- me quité yo la camiseta también.

-¿Qué haces?- le miré.

-Pues ponerme cómoda Conway ¿O es demasiado para el patriarcado?.

-Es demasiado para mi- sonreí y me paró antes de quitarme el sujetador.
-Tengamos el trago en paz- me hizo coger el vaso y luego de brindar, ambos bebimos, pero yo me lo terminé de un trago, daba gracias a que el hielo suavizaba el contenido, porque mi garganta habría muerto.

Canela《Donde viven las historias. Descúbrelo ahora