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-Estas viejo Conway- no dejábamos de dar vueltas alrededor del coche.

-¿No querias que te esposara?- reí viéndole cansado.

-No te dije que fuera fácil- se me calló algo, cuando me levanté después de cogerlo le tenía delante de mi.

-Boo- iba a correr pero me inmovilizó poniéndome la cabeza contra el capó del coche y poniéndome las esposas sin apretar, él se apoyó sobre mi y noté su respiración en mi oído.
-¿Y ahora que debería hacer contigo?

-Lo que el superintendente vea conveniente hacer, para algo es el superior- se incorporó de nuevo poniendo su mano en mi cadera y empezó a mover las suyas contra mi trasero hasta que el notable bulto ejerció presión entre ambos, le oí soltar un quejido y me levantó dándome la vuelta, se metió ente mis piernas sentándome sobre el coche y sonreí con picardía mirándole.

Realmente no le veía con claridad, solo alumbraba la luz que había dentro del coche y por qué íbamos de whisky hasta las cejas, conseguí soltarme las esposas, que repito, no había apretado y me quité la camiseta mientras el atacaba ferozmente mi boca con la suya, batallando un rato hasta que nos decidimos por entrar en el coche, se fué a los asientos de atrás agarrandome de la mano y reí ante la desesperación.

-Relajate Conway- cerró la puerta cuando entró y me puse encima después de desabrochar el cinturón.

-Me pides que me relaje así- reí mientras se señalaba el notorio bulto y se inclinó para coger su cartera.
-Callate, no vuelvas con las lecciones de donde guardar los condones.

-Conway Junior se encargará de recordartelo, no te preocupes- me encargué yo de ponerle la protección y me senté, hundiendo su longitud en mi, haciendo que soltaste el poco aire que quedaba en mis pulmones en un suspiro largo, viéndole a él arrugar la cara y escuchando un gruñido placentero salir desde lo más profundo de su garganta
-Jack joder...

Clavó mis dedos en mi cadera y empezó a moverla a su antojo, era muy autoritario, tanto en su vida normal como superintendente, como haciéndolo, y aunque fuese un poco egoísta y mirase más por su placer, el sencillo echo de ver su cara de satisfacción a mi me provocaba siete orgasmos.

-¿Porqué me miras tanto?- dejo de apretar mi cadera y seguí moviéndome por mi cuenta, esta vez de alante hacia atrás para mi mayor placer.
No me respondí, atacó mi cuello bajando hasta mis pechos y mordió, dejaría marca seguro.

-¿Tienes la poca vergüenza de hacerme esa pregunta?- puse mi mano en su pecho y en un momento me dejó tumbada en los asiento, el espacio y la estatura de Conway no estaban a su favor, pero pudo defenderse.
-Te miro porque me gustas Conway.

Levante la cadera, el puso su mano en mi espalda baja mientras que con la otra se mantenía firme sin aplastarme, empezó a embestir más rápido, para este momento yo ya estaba con los ojos hacia atrás, no era normal, no era de este mundo, se movía demasiado bien como para ser real y de una forma casi sincronizada llegamos al mismo tiempo.

Me temblaban las piernas, de la excitación, del nerviosismo, la emoción y la adrenalina de estar en un sitio medianamente público, el se sentó poniéndose sus prendas bajas y cuando me puse las bragas me sentó sobre el, yo me apoyé en el asiento delantero y le miré, pasó una mano por todo mi esternón, entre los pechos, llegando al ombligo y sonreí cogiendo del asiento la caja de tabaco, encendí uno y se lo puse en lo labios tras yo dar dos caladas.

-Eres un bruto- señalé la herida de mi brazo que sangraba porque se había abierto un poco.

-¿Te duele mucho? Lo sien...- le paré y negué.

-No te preocupes Jack- me incliné hacia delante y luego de dar dos tragos a la botella de whisky, me apoyé en su hombro, poniendo mis manos a sus costados y uniendo nuestro torsos sin ropa, era la mejor sensación del mundo.
Luego de un rato, cuando el calor se había ido del coche me puse mi camiseta y mis pantalones, volvimos a sentarnos en la parte de alante, ambos al asiento de conductor, nos quedamos dormidos, no se la hora a la que esto sucedió, pero a pesar de la falta de espacio, fue de las mejores veces que he dormido en mi vida.

Cuando desperté, lo hice por un movimiento constante en mi cabeza y cuando tuve la cordura suficiente me di cuenta de que era su mano

-¿Qué hora es?-pregunté sin moverme.

-Las diez- esta vez me incorporé a mirarle.

-¿No entras de servicio casi a las seis?- negó.

-Hoy pueden darle por el culo a la comisaría, esta tranquilo todo, me llamarán si me necesitan- me estiré y luego de crujirme la espalda me senté en el asiento de copiloto.
-Vamos, anoche no saqué a pasear a Ivadog.- le miré sonriendo.

-¡Ya le echaba de menos!- cogí un paquete de galletas y empecé a desayunar de camino a su casa.

El camino fué silencioso, no era un silencio incomodo, yo al menos pensaba en varias cosas mientras me concentraba en comer y mirar por la ventanilla, llegamos y lo primero que hice fue tirarme en el suelo con Ivadog.

-Yo me voy a la ducha- le agarré el pantalón por abajo y le sonreí inocente.
-No vas a ducharte conmigo- se soltó con un tirón y se encerró en el baño, me senté en la puerta.
Cuando escuché el agua y supe que no estaba en la puerta abrí lentamente
-Eres una diosa ninja o algo asi- con una toalla en la cintura me miró y cerré la puerta tras de mi.

-¿Eso existe?- rió un poco y me hizo un gesto con la cabeza para entrar a la ducha.

Ahora mismo pegaba un empotramiento contra la mampara o algo así, pero al contrario y con algún que otro roce por la falta de espacio, todo fue muy tranquilo, excepto cuando me me metió espuma en la boca porque decía que me olía mal el aliento, yo le pegué un puñetazo

-Luego no vayas a quejarte de que me sabe la boca a champú- iba a salir pero me dio un azote, eso iba a dejar marca fijo, le mire indignada y siguió quitándose el los restos de espuma como si no pasara nada.
-Y tienes el descaro de pegarme, eso es agresión ¡AH!- Grité, a pesar de llevar poco con Gustabo ya me había pegado cosas.

-Exagerada, te he dado suve- le miré mal mientras me ponía una toalla en la cabeza y de nuevo su albornoz.
-Que dejes mi puto albornoz- saque mi pierna sensualmente como la última vez y de nuevo corrí fuera del baño, pero resbalé en el pasillo cayendo y quedándome ahí tirada, el se empezó a reir señalandome, me pegó la risa y me ayudó a levantarme.

-Esclavo, desinfectame los puntos- señalé mi brazo.

-No, hazlo tú, por ladrona- se fue hasta su cuarto y le seguí, me puse su ropa y me tiré en la cama.
-Sientate- le miré confundida- ¿no quieres que te limpie los puntos?

Me levanté conmovida, no pensaba que lo fuese hacer al final, empezó con una gasa con suero para limpiar y movi mis pies, que no tocaban el suelo por la forma en la que estaba sentada

-No te muevas- se enfadó.

-Perdón- le miré, no me voy a cansar de decir que su cara de concentración es lo mejor que hay en el mundo, realmente, todas sus expresiones lo eran.

-No me mires- bufé riendo por su mal humor pero no deje de mirarlo.

-Me gusta mirarte- Me miró dándome un golpe con su dedo corazón en la frente y me quejé haciéndole reír.

En ese momento me di cuenta de que si un día este hombre se alejaba, iba a dolerme muchísimo.











🥺💜

Canela《Donde viven las historias. Descúbrelo ahora