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P.O.V Anastasia.

Caminé un par de calles junto a Gustabo, que me llevaba a su casa, la verdad es que el piso no era muy grande, con las habitaciones justas para tres personas, luego de pagar el primer mes a la casera me instalé, pensaba que Conway me quitaría el dinero negro de la droga pero en su defecto se quedó con dos tacos que yo le había dado. Guarde las cosas después de limpiar y pedí unas hamburguesas para almorzar junto a los dos chicos, cuando colgué el telefono la puerta del cuarto de Horacio se abrió y salió peinandose la cresta hacia atrás y bostezando.

-Princesita, buenos días, a ver si madrugamos- Horacio me miró extrañado y reí.

-¿Qué cojones haces tú aquí?- se empezó a reir él también.

-¡Que se muda, Horacio!- Gustabo salió de la cocina y me cogió en brazos dando saltos.

-¡Comida decente, por fin!- el de la cresta se tiró al suelo alzando los brazos y empecé a llorar de la risa.

-A partir de mañana, hoy comemos hamburguesas.- ellos asistieron y me senté con Gustabo en el sofá mirando a mi alrededor y viendo que todo estaba echo un desastre.
-Despues de comer limpiamos...- puse mi mano en su boca sabiendo que iba a rechistar- no te quejes.

A los minutos Horacio, ya duchado, se sentó a ver la tele con nosotros pero la puerta sonó y tuvo que volver a levantarse.

-¡Anastasia!- Lorena entró a toda velocidad y se puso sobre mi regazo tirándome del pelo.
-¿drogas, disparos, persecuciones? Es lo primero que me dice Steve cuando voy a verte y veo tu casa precintada. ¿¡Te crees que puedo con tantos disgustos!? ¡Quiero que me lo cuentes todo ahora mismo!

-¡Vale pero por dios déjame, así no puedo contarte nada!- ella me soltó y se paró frente a mi con los brazos cruzados, yo me levanté y vi a Horacio y Gustabo en un rincón asustados.
-Antes que nada, Lorena, Gustabo y Horacio. Gustabo con B, Horario con H- recalqué.

-Encantada, siento haber entrado así- ellos le dieron la mano y fuí con ella a mi cuarto para contarle absolutamente todo lo que había pasado desde que nos vimos la última vez, evadiendo el cuarteto, el polvo en la oficina de Conway y sentimientos porque aún no quería contar nada, ya lo haría en otro momento.
-Entonces ¿Qué va a pasar con tus padres?- Levanté los hombros en duda mientras jugaba con Hades.

-No lo se, pero bueno, tengo un par de fajos de billetes, no vivo para siempre con ellos pero me sirve para empezar.

-¿Te has encariñado de Hades?- moví la cabeza.

-Es gracioso, pero solo lleva dos días conmigo, ni siquiera me reconoce.

-¡Pues voy a robarte el perro!- empecé a reírme y asentí.

-Seguro que estará bien contigo, tienes jardín, estará mejor que aquí- ella lo abrazó y este empezó a masticar un mechón de su pelo haciéndola gritar.
En un segundo Gustabo entró agresivamente en el cuarto y cogió a Hades.

-¡El Hades pa' mi!- salió corriendo pero no duró mucho cuando Lorena volvió con Hades y cerró la puerta.

-¡Hades ahora es mío, es lo que hay!- Gustabo pataleó en la puerta, luego de negociaciones, Gustabo entró en razón.

Luego de que Lorena se fuese y que los tres comiéramos, nos pusimos a limpiar, si nos pagasen por cada araña que salía de detrás de los muebles seríamos millonarios, nunca en mi vida lo había pasado tan mal.

-No me lo creo aún, no tienes miedo a huir de unos narcos cabreados que te han dado dos tiros y tienes miedo de cuatro arañas- Horacio sujetaba mis piernas, se me había bajado la tensión, otra vez.

Canela《Donde viven las historias. Descúbrelo ahora