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Ninguno dijo nada, simplemente empezamos a caminar hasta que llegamos a un puente en la autopista.
Le miré unos segundos, analizando si lo que estaba viviendo era real o no, no sabía que decir.-¿Cuánto ha pasado?- quité la mirada al ver que había puesto sus ojos en mi.
-Tres años- le vi asentir por el rabillo del ojo, y como si me tiraran un balde de agua helada en el cuerpo, recordé a Ivanov y a Gonneti. Instantaneamente empecé a llorar, un llanto que no había tenido en los tres años de mi estancia fuera. Sentí como me rodeaba con los brazos y aferrándome a su camiseta sentí que el también estaba llorando.
Los segundos se hicieron minutos y los minutos horas hasta que decidí separarme.
-¿Vamos a mi casa?- negué.
-Ven al piso de Lorena- me guió hasta un parking algo alejado de donde estábamos y cogí las llaves del coche.
Al llegar le vi mira a su al rededor.
-¿No has visto a Volkov?- negué.
-Recordaba que el piso era este, pero todo el mundo se ha mudado de barrio según me dijo Lorena.- Entramos al edificio y tras subir por el ascensor, descolgué las llaves de mi cuello y abrí.
-¡Anastasia, tenemos que comprar...- paró su plática anonadada.- Conway- se acercó y tras un corto abrazo y preguntarle las cosas básicas que se le preguntan a una persona que llevas años sin ver, habló.
-Bueno, voy a salir, te aviso cualquier cosa.- asentí y luego de coger su bolso y una chaqueta, se marchó.-Bien, emmm...- le miré rascándome la nuca sin saber muy bien que hacer.- Puedes ducharte si quieres, en mi maleta tienes ropa, ya sabes como visto...
-Si, todavía recuerdo las camisetas que pensaba que había perdido y estaban en tu lado del armario- sonrió amargamente poniendo a su vez una mueca de dolor mientras agarraba su costado.
-Luego te pongo algo para eso- se marchó por el pasillo y seguidamente solté todo el aire que tenía en los pulmones.
Aproveché su tiempo en el baño para meter un par de pizzas al horno y luego me fuí yo al otro baño para ducharme rápidamente, tras enrollarme una toalla en el cuerpo, salí y me sobresalté al encontrarlo en el cuarto.
-Que susto...- cogí mi ropa y sin pudor ninguno me empecé a cambiar en el mismo lugar, nada que no haya visto.
-¿Qué es esto?- me recorrió un escalofrío al notar su tacto en mi espalda baja.
-Una persecución, entrando en una casa me clavaron una botella rota- me giré poniéndome rápidamente la camiseta.
-No has dejado el oficio entonces.-negué.
-Queria seguir en forma, este cuerpo no se mantiene solo- bromeé intentando romper un poco más el hielo y le vi sonreír.
Nos fuimos al salón donde después de aplicarle crema en los hematomas, saqué las pizzas del horno y comimos escuchando la tele, era raro, esta situación era rara, yo estaba rara y el estaba raro.
-¿Cómo está Ivadog?- bebió de su vaso.
-Viejo y torpe.
-¿Como el dueño?- me tiró su servilleta hecha una bola y reí.
-Ya no sirve en la policía, pasa más tiempo con la hija de una vecina que conmigo- asentí escuchando.- ¿Qué ha sido de ti en España?
Le conté todo desde que subí al avión hasta hoy, evadiendo las noches sin dormir, las parálisis del sueño y las pesadillas, el me estuvo contando que habían cambiado la comisaría y replantearon echarle de su cargo, pero ante la queja de los ciudadanos, se mantuvo.
Terminamos de comer y recogí la mesa para después sentarme de nuevo con él.
-Bueno...- Le miré pero viendo que íbamos a mantener contacto visual agaché la mirada- ¿Qué quieres o tienes que hacer?- se apoyó en el respaldo del sofá.
-Nada, respondiendo a las dos preguntas- apartó la mirada para luego volverla a fijar en mi.- Escuchemos música.
-Rock FM nunca falla.- puse la radio en el canal correspondiente y nos sentamos en unos sillones que habían frente al ventanal enorme que equivalía a la pared. Le ofrecí un cigarro que aceptó rápidamente y ahí pasamos la tarde. Podria añadir algo más, pero realmente es lo único que hicimos, hablar, fumar y ver pasar el tiempo.
-¿Salimos?- preguntó y asentí en respuesta.
Me puse una chaqueta, aunque iniciaba aquí el verano resfrecaba por las noches, luego de darle una sudadera a él, salimos.
Ambos íbamos caminando sin rumbo ninguno hasta que habló.-Vamos a la comisaría nueva- le miré- Si quieres, si no quieres ver a los chicos lo entiendo- tragué saliva y asentí.
-Vamos- sonrió y luego de proporcionarme una tosca caricia en la cabeza seguimos caminando.
Todo estaba reformado, y aunque el ambiente estaba muy apagado por la caída del sol, estaba muy animado en cuanto a gente se refiere.
Al entrar no vi ninguna cara conocida hasta que vi a Greco salir por una puerta con su bolsa mugrosa con la ropa de cambio, al parecer nunca la cambió.-¡Dios mío!- se sorprendió sonriendo y nos abrazamos- Te hemos echado mucho de menos ¿donde estabas escondida?- reí.
-En España ¿Tú que tal?- nos separamos.
-No me quejo, aunque el viejo decrépito este- Señaló a Jack- nos ha metido mucha caña. Se ha notado tu ida del cuerpo.- suspiré.
-¿Y los demás?- miro a su alrededor.
-Pues han salido ya de servicio, menos Torrente que está liado con informática, ven esta noche al bar.- asentí.
....
-¡Me cago en mi vida Lorena! ¡¿Que se supone que voy a decir?!- hablé con ella por teléfono, me había refugiado en el baño, no debí decir que si tan rápidamente.
-A ver, tranquilízate, respira- me miré al espejo y después de dejar el movil a un lado, me eché agua en la cara, queriendo escaparme con ella por el desagüe.
-Alex me ha dicho que vayamos, nos vamos a sentar en una mesa del fondo y si necesitas ayuda haces un puño con la mano y vamos al baño.-No me falles Lorena, por favor te lo pido.- colgué nerviosa y salí. Conway y Greco seguían hablando hasta que los dos se percataron de mi presencia.
-Os llevo- el de pelo castaño sacó las llaves del coche y tras parar en el piso de Lorena para coger mis cosas, fuimos a casa de Jack.
...
Jejeje, aún quedan unos cuantos capítulos mis niñes.
Os quiero 💜