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Después de ochenta problemas con el portero entré al piso, enorme por cierto, no se que hace viviendo solo en este apartamento.
Me instalé en la segunda puerta de la izquierda tal como me dijo, era una habitación blanca y verde manzana, preciosa y muy sencilla, abrí mi maleta y así tal cual la dejé, pensando en lo que había pasado unas horas atrás.

Esta vez la capulla máxima había sido yo, quizás si hubiese dejado a Conway hablar, nadie hubiera salido golpeado, pero lo hecho, hecho estaba, esperé ansiosa la llegada con vida de Volkov, pero no lo hizo ya que estaban con mi padre, no me lo esperaba, sabían que me ocultaban cosas, eso no, menos mi madre que se le da como el puto culo mentir.
Me metí en la cama y luego de unas horas volví a despertar por un brazo pasando sobre mi cintura hasta mi estómago, en seguida olí el perfume del ruso, tengo un don memorizando olores, el sol había empezado a salir, y en el reloj marcaban las cinco.

...

Un olor a gofres inundó mis fosas nasales haciéndome despertar y arrastrarme por las paredes hasta el lugar del que venía, llegué a la cocina y sonreí viendo a Volkov peleándose con lo que creo que era un mosquito hasta que me vió.

-¿Gofres para almorzar?- miré mi móvil y de nuevo levanté la mirada caminando a la barra de la cocina.

-No pega almorzar salado justo al despertarse- le di la razón, fan del dulce por la mañana- ¿Qué quieres hacer hoy?

-Lo primero ducharme, apesto- rió- y luego podemos ver una película, si quieres.

-Genial- Terminamos de comer y me metí en la ducha, sintiéndome libre de toda impureza de ayer y antes de ayer.
Cuando salí me tomé la libertad de coger una botella de agua del frigorífico y me senté con él, realmente no vimos nada por elección, simplemente encendimos la tele, miramos los canales y lo dejamos en una peli random.

Le ví adolorido tocándose el ojo y fruncí el ceño.

-No toques- le di un manotazo en el brazo y cogí hielos del congelador.- Lo tienes muy hinchado.- me puse sobre el pasando mis piernas sus lados y le incliné la cabeza un poco hacia atrás colocando mi mano izquierda en su nuca y con mi mano derecha sostuve el hielo sobre su ojo y pómulo. Me sorprendió pasándome el pelo detrás de la oreja.

-¿Porqué Conway?- le mire alzando una ceja en duda- ¿Porqué no puedo gustarte yo?- reí mientras el ponía un puchero.

-Claro que puedes, imbecil, y créeme, yo me hago la misma pregunta- me agarró de la cintura y me apoyó en su pecho abrazándome, algo perdida correspondí, masajeando su cabeza con la llema de mis dedos, su respiración en mi cuello se fué haciendo cada vez más relajada.
-A ver, enseñame el ojo.- el se volvió a separar y volví a poner hielo.
Cuando llevamos un rato así y la inflamación bajó un poco, dejé la bolsa en la mesa y me tumbé en el sofá, el se puso sobre mi, entre mis piernas y suavemente sus labios atraparon los míos, sin quererlo me acordé de Conway, de como sus besos feroces impactaban con fuerza y me sentí mal, mal por el de ojos verdes y mal porque sabía que Conway ya iba a estar presente en mis días por bastante tiempo.
Nos separamos dejándonos caer en el sofá, terminamos de ver la peli y nos sentamos, una llamada interrumpió mis pensamientos.

-¿Anastasia?- reconocí la voz de Torrente.

-Digame- me levanté y subí un poco mis pantalones, el de ojos verdes me agarró el culo y sonreí dándole un manotazo.

-Pasate por comisaría, Conway se está volviendo completamente loco y quizás logres sacarle algo de información a tu padre- suspiré.

-Voy- colgué .

-¿Quién era?-se levantó y caminó conmigo.

-Torrente, Conway esta desatado y quieren ver si logro sacarle información a mi padre.

Canela《Donde viven las historias. Descúbrelo ahora