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Me arreglé la chaqueta de la policía que llevaba puesta, agarré las dos armas otra vez y sonreí ampliamente mientras salía de un salto de la furgoneta. Justo detrás de nosotros, el resto del equipo se preparó para el maravilloso ataque.

Estaba tan emocionado que no me di cuenta cuando me acerqué al enorme edificio con las dos armas sobre mis hombros y, con tan solo una patada, la puerta se abría.

-¿¡Alguien nos estaba buscando?! -Hablé en un grito, logrando llamar la atención de forma inmediata de los policías de turno- Porque aquí estamos -Completé y solté una escandalosa risa viéndolos a todos.

Los oficiales al vernos, rápidamente sacaron sus insignificantes armas para tratar de sosegarnos; sin embargo, nosotros fuimos más rápido y empezaron a devolverles el fuego. En ese momento me pareció un poco injusto la diferencia de la calidad de las armas, pero cuando vi caer al primer policía delante mío, desangrándose... se me pasó.

-Que gran entrada -Noté con facilidad el sarcasmo en las palabras de Ashley.

La comisaría se había vuelto un campo de guerra.

Conforme iban llegando más oficiales, iban cayendo uno tras otro. Era muy gracioso.

Empecé a caminar con tranquilidad por el lugar mientras iba viendo cómo algunos policías se acercaban a mi. Si había algo que me encantaba, era observar el rostro de miedo de las personas a las que asesinaba; levanté mis brazos y comencé a disparar de manera desenfrenada a todos los que se metían en mi camino.

-Joder, que bien se siente volver -Exclamé y solté una carcajada.

-No se olviden de seguir el plan al pie de la letra -Comentó Jason cuando los tres se acercaron a mi. Él se subió a uno de los escritorios de madera oscura y, tanto David como Ashley y yo, no tardamos en copiar su acto. Cada uno se subió a una de las mesas, apuntando a las varias oficinas que rodeaban el centro.

-Venga, hagamos que salgan de sus malditas oficinas -Dijo David.

Sin pensarlo ni una sola vez, empecé a disparar como loco a unas cuantas oficinas. Ashley, por su parte, disparaba con sus AK 47 con camuflaje rojo a las habitaciones del segundo piso. David nos protegía la espalda y mataba a cualquier insignificante policía que intentase dañarnos. Y Jason, se dedicó a mirar todo mientras apuntaba al techo y reventaba las luces con las balas.

-Riley, con cuidado -Me habló Ashley y gruñí al saber la mierda que saldría por su linda boca- Mira si le disparas a tu novia -Comenzó a reír y fruncí el ceño.

-Cierra la maldita boca -Sentencié mientras apretaba las armas y seguía disparando a los cristales y las puertas. De reojo vi como un oficial novato, supongo, se acercó a mí para golpear. Sonreí de lado y le disparé en medio de la cabeza, salpicándome con un poco de su sangre.

-¡¿Dónde están nuestros amigos?! -Gritó Harrison y giraba lentamente, mirando todas las oficinas destruidas- Agente Bramson. Detective Kane... -Los nombró pero nada pasó. Nadie apareció.

Miré para todos lados, tratando de divisar con mis ojos a la pequeña y delicada Lucy Kane. Por un momento llegué a pensar que ella no estaría de turno esa noche, pero rápidamente recordé que cuando irrumpí en su casa me había robado los horarios de trabajo.

-Pues... no nos dejan otra opción que usar la fuerza -Vi a Jason levantar los hombros y esa fue la señal para que Ashley, David y yo empezáramos con la furtiva cacería.

Ambos nos bajamos de los escritorios y nos dividimos, buscándolos.

Caminé entre los cadáveres llenos de agujeros y sangre. Aquello debía haberla perturbado un poco. Como habíamos planeado, Collins subiría al segundo piso para revisar esas oficinas, David las de abajo y yo las salas de interrogatorios; me las conocía de memoria por la cantidad de veces que las había visitado sólo para hablar o, más bien, molestar a Lucy Kane.

MONSTER.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora