~Siete~

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Los días siguientes me sentí más encerrada que carcelero en Estados Unidos, literalmente no podía pasar de las puertas principales y traseras hacia el patio. No fue hasta mi quinto día aquí que Amalia me explicó que no dejan salir a nadie de palacio porque los gemelos tenían clases al aire libre y luego eran interrumpidos, pero que cada viernes se le permitía salir a los demás por lo que yo era libre de deambular por el laberinto que tienen por patio trasero y así poder desestresarme de tantas llamadas y reuniones.

Mis días estaban más acaparado que antes, ya veo porque Benjamin siempre se quejaba de que no le daba ni dos minutos de mi tiempo ahora estaría aún más enojado porque no podría darle ni un segundo. Con los preparativos de las demás fiestas y el hecho de que de repente tengo una boda en Malibú, no he tenido tiempo ni para respirar, al menos aún no tengo los problemas de la celebración de Aarón porque allí si me da un colapso.

Ya he avanzado casi todo mi trabajo, solo me falta coordinar las invitaciones con la Reina, pero no puedo hacer eso si no hablo con Aarón antes y créanme cuando les digo que ese hombre tiene incluso menos tiempo que yo, si tuviera que ponerle un numero diría menos quinientos cinco mil. No he podido verle ni la sombra en esta semana, solo hemos intercambiado un par de saludos cuando pasa por mi puerta en las mañanas, nada más. No sé como voy a continuar con mis tareas si el cumpleañero no me da las órdenes rápido.

Bueno, alejando todos mis pendientes y el dolor de nalga que tengo por estar sentada las veinticuatro horas del día, me la estoy pasando de maravilla en este lugar, tengo comida cuando quiero y alcohol también, es la mejor experiencia de mi vida.

—¡ Julieth ! — al momento en que pongo uno de mis pies en el patio trasero soy recibida por los gritos de los infantes Adrián y Andre. Muy pronto soy rodeada por sus suaves e infantiles brazos, haciendo que se me escape una sonrisa —Estamos muy felices de que hayas podido salir.

—No tanto como lo estoy yo, ¿ qué están haciendo ? — me llevan por el césped hasta el lugar en donde están alojados, una sección específica del jardín donde tienen una mesa de ajedrez y una cancha de fútbol.

—Estamos haciendo el ritual de diversión que llaman "jugar" en el que se supone tenemos que entretenernos y liberar serotonina para ser jóvenes más felices — me responde André con aires de soberbia y sonrio al escuchar sus inteligentes, pero lindas palabras —¿ Gusta unirse a mi partida de ajedrez medieval ?

—Claro que no André, ella quiere jugar fútbol conmigo ¿ cierto ? — ambos me acorralan permitendome apreciar con más detalle sus infantiles rostros . Tienen un increíble parecido a Aarón y este se parece muchísimo a su madre, los mismos rasgos, líneas de expresión, lunares. Es demasiada belleza para un niño de ocho años, ya podrían darme un poco.

—Niños, no tienen que pelear por algo tan tonto, además no sé jugar a ninguno de los dos — me encogo de hombros y me siento para que ellos sigan con sus cosas. Por un buen rato me quede allí solo viendo cómo jugaban, André tenía una jugada muy cerrada consigo mismo y Adrián había hecho tiros libres contra una caja.

Se veían tan tristes jugando en soledad y allí fue cuando lo entendí, no pueden jugar juntos porque no les gustan las mismas cosas. Eran tan diferentes entre sí, André era algo delicado, le gustan las cosas intelectuales y más sencillas en cambio a Adrián le apasionan los deportes, el juego rudo y no teme llenarse de tierra en el trayecto. Jamás tendrían algo en común, pero al menos me tenían a mi aquí.

—Okey, ¿ quién quiere jugar conmigo ? — dejan inmediatamente lo que hacían y me miran ilusionados —Bien el juego se llama Atrapados en el fango y...

—¡¿ En el fango ?!, a madre no le va a gustar si nos ensuciamos y menos a solo horas del almuerzo — exclama André haciendome callar y que su hermano le de un sape.

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