~Treinta y cinco~

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-ADVERTENCIA: escenas sexuales escritas explícitamente-

Aarón

Me recuesto de mi silla reclinable, analizando cada decisión de mi vida que me trajo hasta aquí. A una reunión con los Reyes y mi... Prometida.

—Debemos apresurar los preparativos de la boda para que todo se haga antes de el día de tu coronación —mi padre se ve bastante molesto. Sé que mamá lo manipuló para que dejara seguir todo este juego enfermizo que tiene en la cabeza, pero eso no quita que él este furioso —Así que ya están buscando una organizadora de bodas.

—Y antes de que cualquiera de ustedes lo mencione... — hablo, haciendo que mi madre y Bianca cierren la boca de un solo. Las señalo severo —La señorita Andersson no es una opción.

—¿Y porqué no? Ella es excelente en su trabajo y además, ustedes tienen una relación bastante cercana — la Reina habla, haciendo que Bianca me de una mirada de celos, la cual me da completamente igual. Ella sabe muy bien que no me gusta que se meta en mis asuntos.

—Quiero que ella haga nuestra boda — la boca de Bianca se deforma en una mueca tan ridícula que me molesta siguiera verla —Tu buena relación con ella debe ser usada para algo Aarón.

—No me hice amigo de la señorita Andersson solo para obtener alguna clase de beneficio por ello. Y menos para esta tontería — señalo entre ambos, refieriendome a esta boda —Además, ella esta por irse a casa. En cuanto despierte se irá, muy lejos de este país...

Aún me duele tener que asimilar esas palabras de golpe. Todavía no estaba preparado para despedirme de Julieth, nadie lo estaba, pero sobre todo no yo. Cada vez que repaso la escena en la que se desplomó frente a mi en el gacebo de mi madre mi corazón se aprieta. Ver a esa fuerte y valiente mujer ser presa del pánico y caer desmayada. En cuanto la ví la sostuve entre mis brazos mientras mi madre llamaba a los lacayos y al doctor.

Ahora esa mujer pelirroja esta durmiendo, como un bebé. Amalia me menciono algo de que no durmió las últimas semanas por los preparativos retrasados de mi fiesta. Y yo ni siguiera lo sabía. Estuve ausente todas esas semanas y no pude siguiera hablar con ella para saber cómo estaba. Todo esto es mi culpa, por distraerla de su trabajo y quitarle su tiempo. Mierda.

—Hablare con ella en cuanto despierte — Bianca me mira, orgullosa de tener la última palabra. Pero ella no sabe que no he terminado.

—Majestades, ¿Me dan un tiempo en privado con mi prometida? — solo decir esa palabra me repugna, pero a Bianca parece hacerla sonrojar.

Mis padres se miran entre sí y luego optan por no colmar la poca paciencia que me queda y terminan retirándose en silencio. En cuanto ellos salen Bianca se levanta de su puesto y camina a mi, tratando de tomar asiento sobre mí; pero yo se lo impido.

—Dejate de tonterías Bianca — me levanto de mi silla color rojo vino,  haciendo distancia entre nosotros.

Tal vez Julieth no quiera verme ahora, pero sé que si me dejó tocar un pelo por Bianca su sangre va a hervir.

—¿Qué pasa contigo, Aarón? Solo quiero besar a mi prometido — no sé porque, pero que ella lo diga me hace sentir aún más sucio. No quería que ella tuviera el derecho de usar esas palabras —¿Esto se trata de esa estúpida organizadora de fiestas? Porque si lo es debes soltarla ya, o arruinará nuestra boda.

—El único que puede arruinar esa boda soy yo, y creeme — tomó su mentón y lo golpeo con uno de mis dedos —Cada día me haces aumentar las ganas de ello.

—Entonces hazlo, a ver si tú padre te dejara ser Rey sin una Reina — su amenaza me hace apretar la mandíbula, lleno de una rabia muy grande. No me gusta que las personas crean tener derecho sobre mis decisiones —Así que... ¿Qué hubo entre ella y tu?

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