~Treinta y tres~

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Aarón

Ahí, frente a toda esa gente, con la mano de Bianca sosteniendo la mía y solo puedo pensar en una cosa. Mis ojos recorren el gran salón buscando esos hermosos ojos marrones, solo para tratar de tranquilizarla. Quiero que sepa que todo está bien, que voy a explicarle como hace unos días estábamos acostados en mi habitación y ahora voy a casarme con una otra mujer.

La busque con todas mis fuerzas, pero no pude encontrarla. Esos ojos que había visto tantas veces en los últimos tres meses, ese cabello naranja que había sostenido con mis dedos en tantas ocasiones. Esa hermosa mujer, esa hermosa e increíble mujer que me hizo todo esto, que me regalo momentos que nunca pensé vivir en mi vida. La mujer que me dio una pequeña probada de lo increíble que es la vida fuera de estas inmensas paredes, afuera de este maldito título. Una vida simple y feliz acompañado de una mujer del mundo real.

Esa mujer se mezcló entre la gente.

Mis padres por fin dieron por terminadas estas tonterías y me dieron paso a hacer lo que yo quiera. Trate de correr a buscar a Julieth entre la gente, pero fui atraído por las manos de mi abuela. La Reina Miranda II de Dinamarca. Una imponente mujer que durante su reinado no hizo más que defender a su pueblo a capa y espada, llegando a participar en algunas revueltas y batallas del Reino. Mi abuela siempre ha sido una adoración para mí, una parte muy importante de mi crianza.

—Oh por Dios Aarón y Bianca, no puedo creer que se vayan a casar — mi abuela nos abrazo a ambos —Todavía recuerdo cuando corrían por este castillo como dos niños revoltosos. Como han crecido...

—No veo la hora de ser parte de su familia abuela Miranda —Bianca le hace una reverencia mientras le da un beso en la palma derecha. Mi abuela le palmea la cabeza como a un perro.

—Has sido parte de esta familia desde que naciste mi niña, solo que ahora será de manera oficial — el corazón se me estruja un poco al escuchar las palabras de mi abuela. Ella es una persona muy desconfiada, fría y calculadora, palabras así no se las dice a cualquiera —Oh Aarón, hace un rato ví a la hermosura que hizo esta obra de arte.

—¿A la señorita Andersson? ¿ Dónde abuela?

—Estaba cerca de la mesa de postres creo, ayudando a los meseros con el banquete. Esa mujer es muy fuerte para ser así de pequeña — una sonrisa estúpida se dibuja en mi cara al pensar en la imagen de Julieth cargando bandejas del banquete. Mi abuela me da una mirada —Parece que se volvieron cercanos...

Todos a nuestro alrededor me miran, expectantes por mi respuesta. En el Palacio todos saben de la fuerte conexión que Julieth hizo entre mis hermanos, como se hizo amiga de todas las doncellas y caballeros de este lugar y hasta se ganó el cariño del Rey. Es increíble como vino para hacer una fiesta y terminó echándose en el bolsillo a toda una familia Real.

—Pues sí, es una amiga cercana... — y vaya que es cercana —Con su permiso, voy a... Buscar a mi organizadora de fiestas.

Me disculpo con todos y dejó a Bianca acompañando a mi abuela. Me apresuró a llegar a la mesa de postres, donde divisó la enrulada cabellera naranja de esa chica. Ella se gira hacía mi en cuanto siente mi presencia tras de ella. Me da una sonrisa de boca cerrada que casi parece más una línea recta muy seria.

—Lo sé, lo sé. Dejame explicarte...

—No hay nada que explicar Alteza, es lo que se supone que tiene que pasar — se da la vuelta para arreglar las flores de la mesa mientras yo pierdo los nervios tras de ella —Usted es el Príncipe heredero, el futuro Rey, tiene que encontrar a una esposa digna y noble para reinar este país. Yo solo soy la organizadora de fiestas.

La Fiesta Del Principe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora