~Treinta y cuatro~

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Julieth

Estoy exhaustia, muy exhaustia.

Estuve más de tres semanas con todos lo planes atrasados de la fiesta de Aarón, todos los proveedores que me cancelaron y todos los viajes y cotizaciones que tuve que arreglar para enseñarle a los Reyes. Estuve más de dos semanas sin dormir bien por todo el estrés y la emoción de la fiesta de Aarón. Y anoche no pude pegar un ojo por todo lo que pasó.

Las escenas de la fiesta se repetían una y otra vez en mi cerebro cada vez que cerraba los ojos. Las miradas de Aarón, las sonrisas de suficiencia de Bianca, los halagos de los Reyes. Todas las lágrimas que estuve contubiendo salieron de mi nada más llegue a mi habitación. Llore como nunca había llorado desde el día de la muerte de mi hermana, ese día senti el dolor más grande de toda mi vida y llore como nunca aferrada a mis piernas en la cama de un hospital.

Anoche fue igual, a excepción de que anoche abrazaba mis piernas en una bañera de plata.

Me rindo en mi intento número cuatro de dormir, lanzo mi sabana a un lado y me levanto de la cama para abrir las ventanas. Empiezo a rebuscar mi maleta en el clóset y a tirar mi ropa con rabia dentro de ella. No puedo creer que me deje engañar, no puedo creer que aún sabiendolo que pasaría deje que pasara como si yo fuera ¡la reina dé las estúpidas!

—Me alegro de no ser ese jersey... — la voz de Amalia me trae a este mundo. El mundo en el que aprieto mi jersey rosa con toda la ira que me queda —Hola nena...

Dejó todo lo que estaba haciendo y corro a los brazos de Amalia, presa de los sollozos que abandonan mi garganta involuntariamente. Mi amiga me aprieta como a un bebé llorón mientras yo inundó la habitación con mis sollozos y mis lágrimas.

—Oh Amalia ¿cómo pude ser tan tonta?  — su mano acaricia mi cabeza mientras yo limpio mis lágrimas —Llegue incluso a pensar que todo saldría bien, que Aarón me elegiría a mí sobre todo y yo al fin tendría ese sueño tan estúpido que me hice en la cabeza. Que ilusa fui.

—No es tu culpa linda, todo iba bien, y Aarón y tu iban tan bien. Es solo que... — mi amiga se aleja de mi un momento para cerrar la puerta tras de ella, así dándonos privacidad —Parece que la Reina y Bianca idearon un plan para que el Rey aceptara comprometer a Aarón sin su consentimiento.

—¿Quieres decir que Aarón esta preso de esa perra?  — ella asiente, apenada.

—Intente decírtelo en la fiesta. Elías escucho al Rey y su padre hablar sobre el compromiso de Aarón y me lo contó para que estuvieras advertida — y yo no quise escuchar. ¡Pero que idiota! —Parece que Bianca manipuló al Rey por la angustia que él siente al ver que Aarón esta próximo a coronación sin una Reina. 

Che stronzata...

Caigo sentada en el suave colchón de la cama, aturdida por las confesiones. Me esperaba esto de Bianca, porque ella es una perra de las más sucias; pero ¿La Reina? Es imposible siquiera que se me pasará por la mente. ¿Es manipuladora? Sí, ¿Tiene problemas de control? También ¿Pero obligar a su Príncipe a algo que no quiere? Jamás la imaginé capaz. De verdad que esta vida de nobleza es tan sucia como la vida real.

—¿Señorita Andersson?  — se escucha un débil toque en la puerta y luego la voz de mi doncella personal suena del otro lado de la misma. Veo de reojo como Amalia rueda los ojos.

—Adelante Dula — la chica me hace caso y pronto esta dentro de mi habitación con los papeles que le pedí que me imprimiera —Ponlos sobre el escritorio Dula y muchísimas gracias de nuevo.

—Lo que sea por usted Señorita Andersson, mi tiempo con usted ya casi llega a su fin y la verdad quiero decirle que me entristece que se vaya de esta manera — sus penetrantes ojos grises me observan con toda la tristeza que se puede guardar en ellos. Mi corazón arde de vergüenza —Sé que será difícil dejar atrás todo lo que vivió aquí y los lazos que creo.

La Fiesta Del Principe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora