Después de ese día, los siguientes fueron mejores de lo que jamás llegué a imaginar, con lo que supuse que Ashton de verdad llevaba tiempo queriendo decirme todo aquello, y lo único que necesitaba era desahogarse.
Ahora que lo había conseguido, nuestra relación si podría llamarse relación.
Nos veíamos más continuadamente, y las muestras de cariño habían aumentado lo justo como para no cansarnos el uno del otro.
-¿A ellos les pido bacon crispy o pepperoni? – tenía al chico esperando a la otra línea, pero él no me hacía caso; seguía concentrado en terminar el crucigrama – Póngame una de cada, por favor.
Colgué al chico, justo después de que me avisara que llegaría con las pizzas en 30 minutos.
Miré con el ceño fruncido a Ashton.
-Cuando pensé que no me podías sorprender más, te pones a hacer crucigramas.
Justo llamaron a la puerta, y al abrir me encontré con la pareja feliz.
-Veinte minutos tarde. He pedido una de crispy y pepperoni para vosotros.
Aaron y Ari rodaron sus ojos, y esta última me dio un beso en la mejilla cuando Aaron se sentaba junto a Ashton.
-Tenemos que hablar.
-Habla entonces.
-¿Recuerdas mi regalo de nochebuena? – asentí – Nos vamos el fin de semana que viene, ¿qué te parece?
-Me parece que va a ser un fin de semana genial – la sonreí - ¿Te puedes creer que están haciendo crucigramas?
-Aaron a mí ya no me sorprende. El otro día estábamos en casa y le pillé haciendo sudokus a escondidas, cuando me vio intentó hacer como que leía el periódico, pero en fin, no le quise decir nada porque si no se enfada como un niño pequeño. Es como su secreto oculto.
Rompí a carcajadas cuando Aaron y Ashton nos pidieron silencio.
-Hay que dejar espacio a los cerebritos, como no. – sonreí –
-¿Qué tal tu hermana?
-Bastante bien. Desde que sabe que Charlie y toda esa gente está en la cárcel ya sale a la calle. Antes tenía miedo y solo salía para lo que era estrictamente necesario. No va a empezar este trimestre de la nada, así que digamos que ha repetido y empezará el año viene.
-Debe estar pasándolo mal, pobre.
-Poco a poco, ya la dije que no se agobiara.
Treinta minutos después, ni más ni menos, llegaron las pizzas.
-o-
Cuando Ari y Aaron decidieron que se marchaban ya, Ashton se unió a su idea.
-Mañana me veo con Will pronto, tengo que irme.
-¿Con Will?
-Si, Will, ya sabes. Nuestro entrenador, o bueno, lo que sea ahora.
-Oh, sí…
La verdad es que desde que decidí dejar la natación hace algo más de un mes no me había parado a pensar en él.
-Después tengo que hacer los trabajos sociales que me ha mandado la policía, ya sabes.
-Sí. Ya.
Le corté. No quería volver al mismo tema de siempre. Charlie, Charlie y más Charlie.
-Bueno, ya te llamaré, ¿sí?
Asentí sonriéndole.
-Te quiero.
-Y yo.
-o-
Ir de compras con mi hermana suponía que cientos de ojos estuvieran pegados en ella constantemente por haber aparecido. Y lo que esto suponía, también, era que mi hermana se sintiera incómoda incluso comprando unas bragas en una tienda.
-¿Quieres estar tranquila? La gente está feliz de verte.
-Lo sé, pero si tú tuvieras constantemente cien ojos pegados en tu nuca te sentirías igual… créeme-
La sonreí tímidamente, y después decidí invitarla a un batido antes de volver a casa.
-¿Y bien? ¿Qué tal tus amigos?
Mi hermana se sonrojó y me sonrió, justo después de pedir su batido de vainilla y nata.
-Bastante bien. Anne se puso a llorar en cuanto me vio. No supe cómo reaccionar y yo también lloré. Debía de estarlo pasando fatal… Y bueno, ahora el primo de Joe sale con nosotros, es mono.
-Todos estábamos así, Olivia… era un terror no saber nada de ti. – decidí evitar el tema de aquel chico porque sabía que a mi hermana le incomodaba hablar de temas de amor y esas cosas-
-Bueno, en cualquier caso, tú jugabas con cierta ventaja.
Miré a mi hermana, el camarero nos trajo los batidos y pagamos los 5’60 euros correspondientes.
-Saber en qué situación estabas no me aliviaba, Olivia. Creo que saber que estabas en manos de unos psicóticos no mejoraba la cosa.
-Pero sabias que estaba viva.
-Lo sé. Y por si quieres saberlo, yo también lloré en cuanto lo supe. De felicidad y de frustración a la vez, supongo.
Mi hermana me sonrió, y viendo mi cara de preocupación al recordar ese momento, desvió el tema.
-¿Y qué hay de ti? Ashton es un chico muy guapo…
-Lo sé. – sonreí –
-Me trataba genial, Lorea. Era como una vía de escape, no sé, estar con él me hacía pensar que estaba contigo a la vez.
No sabía qué decir. Me costaba hablar de Ashton con alguien que no fuera Ari, y con ella tampoco lo hablaba demasiado, así que normalmente las conversaciones sobre Ashton eran conmigo misma.
-Es raro. Ashton, digo. Cuando estábamos con Charlie, él dijo algo que… en aquel mismo momento pasó por mi cabeza durante un minisegundo, pero después…
-Lorea, si he aprendido algo estando tantos meses ahí encerrada es que las ideas que pasan por la cabeza de Charlie las hay más ficticias que reales.
-Lo sé… por eso no quiero darle demasiadas vueltas.
Pero aquella frase me llevaba tormentando un par de días, cuando Ashton me gritó cómo se sentía.
– Debo reconocer, chico, que tienes buen gusto, ¿Cuándo la viste en el hospital ya te enamoraste de ella o fue después?
-¡Cierra tu jodida boca! ¡Hijo de puta!
Y en aquel momento, sentí una punzada en mi cicatriz.