Todos tienen un secreto. El del detective Antonio Dawson tiene nombre y apellido: Natasha Solovióv, también conocida como la Viuda Negra.
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Sus ojos no abandonaron al hombre mientras el detective Halstead la dejaba en espera. El niño miraba asustado a todos lados, como si estuviera esperando que su padre apareciera para salvarlo.
—¿Natasha?
—Detective —saludó casualmente—. No atendió su teléfono.
—Estoy un poco ocupado, en caso de que no te hayas dado cuenta —espetó—. ¿Qué es ese ruido? Te dije que te quedes en tu casa. No puedo preocuparme por ti ahora.
—No necesito que se preocupe por mí —dijo Natasha—. Su hijo, por otro lado, está en Union Station con un hombre llamado Mateo.
—¿Diego...?
—Él está bien. Asustado, pero bien; no se ve lastimado. Detective, debe venir ahora.
Natasha oyó a Antonio comunicarle a Voight la información, y luego volvió al teléfono.
—Estamos yendo. Natasha, sal de ahí.
La adolescente miró con ansiedad a Diego, siendo arrastrado por aquel hombre. Se veía asustado y tembloroso, parecía estar a punto de llorar. El tal Mateo lo llevaba hacia un autobús.
—Están abordando un autobús a Indianápolis.
—Me comunicaré con los guardias.
—Hazlo.
Natasha cortó la llamada y escribió en el block de notas algunas palabras mientras caminaba hacia el autobús. Era más probable que no funcionara, pero debía intentarlo por Antonio. Él se había arriesgado demasiado para ayudarla a ella, ahora era su turno de ayudarlo a él. Esperó que todos subieran y luego lo hizo ella, para mostrarle el teléfono a la mujer que conducía.
“Asunto policial, tiene un criminal en el bus”
La mujer la miró, y Natasha supo que esperaba ver su placa. La pelirroja señaló con sus cejas hacia atrás con más ímpetu, por lo que la conductora asintió. Natasha sonrió y se adentró al bus, sentándose en los últimos asientos.
Una última mujer subió y pareció mostrarle algo a la conductora, quien asintió. La mujer caminó despacio por el pasillo del bus, con sus manos en los bolsillos, hasta que finalmente se sentó a su lado, pero todo en ella gritaba policía, por lo que más de una vez Mateo volteó a verlas.
Natasha la reconoció de tantas veces que revisó los expedientes de ellos. Era la detective Erin Lindsay.
—¿Eres la Viuda?
—Soy un poco joven para casarme.
—Antonio dijo que serías tan imprudente que subirías.
