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El motor del auto dejó de escucharse cuando el adolescente lo apagó. Las puertas se destrabaron, dejándole a su hermana la posibilidad de abrirlas y salir.

No lo hizo.

El muchacho volteó, viendo a la pelirroja hecha un ovillo apoyada contra la ventana y envuelta en la manta que su madre la había hecho. Era lo único que la niña había agarrado cuando tuvieron que huir. La única ropa que tenía ahora era la que él le consiguió antes de dejar Nueva York.

—Ya llegamos.

Ella no respondió, solo se hundió aún más en el asiento, alzando la frazada hasta su nariz. El muchacho suspiró, sentándose derecho en su asiento.

—Sé qué estás despierta, Tasha.

Natasha soltó un resoplido, pero se sacó la frazada de encima y miró con molestia a su hermano mayor. Él hizo una mueca, mirando a la menor por el espejo retrovisor. Acababa de cumplir trece años, y solo le quedaba rogar para que no fuera ni la mitad de caprichosa y revoltosa de lo que era él a su edad.

—¿Cómo lo supiste?

Él sonrió.

—Eres una terrible mentirosa.

Bajó del auto sin esperar respuesta, aunque sabía bien que la pelirroja lo seguía de cerca. Nunca lo dejaría irse con la última palabra, era demasiado orgullosa.

Natasha decidió posponer la discusión para más tarde cuando vio la casa enfrente de ellos. El césped estaba demasiado crecido, había un camino de piedras bastante destrozado que conducía hacia las escaleras de madera del porche, las paredes de la casa estaban cubiertas de graffitis y la puerta de entrada estaba desgastada.

Los Solovióv se miraron, inseguros.

—Alex, ¿quién es el dueño de esta casa? ¿Barney, de los Simpson?

Su hermano mayor sonrió divertido.

—Fue el único tipo con menos buen criterio a la hora de aceptar a dos adolescentes sin trabajo ni garantías... de nada —contestó el chico—. No te preocupes. Sé que no es el camino de baldosas amarillas, pero...

—No, no lo es —lo cortó Natasha—. El camino de El Mago de Oz era peligroso, pero al menos era agradable, estéticamente hablando —concluyó mirando el maltratado camino de piedras.

—Cualquier otro casero me hubiera mandado al infierno —la interrumpió su hermano—, y a la policía al enterarse que tengo a una menor de edad conmigo.

BLACK WIDOW (Chicago P.D)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora