❋FIN❋

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Los recuerdos que mantenía bloqueados se desataron en un torbellino en el momento en que mis labios tocaron la piel de Samantha

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Los recuerdos que mantenía bloqueados se desataron en un torbellino en el momento en que mis labios tocaron la piel de Samantha.

Su aroma, su fragancia intensa, me volvía loco. Cada sensación revivió, y con ella, los recuerdos de lo que compartimos.

Tuve que mentirle a Samantha sobre mis sentimientos. Si le hubiera dicho que su padre tenía un plan para ella y yo, no lo hubiera creído. Ella tenía un amor inmenso por su padre, lo adoraba.

El breve beso que compartimos activó mi corazón y desató otro tipo de reacción en mí.

—¿Podemos conversar? — Matteo entra a la habitación y cierra la puerta detrás de él.

—Adelante, dime.

—Solo quería saber qué piensas hacer, no quiero que permanezcas aquí por mucho tiempo.

—¿Estás celoso, Lobito?

—Sé que Samantha te dio su sangre, maldita sea. — Matteo camina de un lado a otro, visiblemente alterado. —Yo... — su voz se quiebra, su respiración se acelera. —No puedo separarme de ella. Siente cosas por ti y, como Alpha, no estar con su mate la debilitaría. — Suspira, con resignación en su voz. — Me tomaré un tiempo. Iré a Italia.

—Sabes que si haces eso, ella no te lo perdonará. Yo ya dije que no me interpondría en su relación contigo. Puedo manejar mis sentimientos.

—Eres su exnovio, por el amor de Dios.

—¿Y qué? Deja de ser cobarde. Amas a Samantha, pero por tu estupidez te fuiste, y yo tuve la suerte de compartir los mejores momentos de mi vida. Solo con verla reír y ser feliz, me basta para amarla y sentirme amado. — Me acerco a él. — Si la haces llorar, Matteo, te aseguro que no habrá lugar donde puedas esconderte. Te arrancaré la garganta y te la daré.

—¿Me estás amenazando, chupasangre?

Samantha entra por la puerta y siente la tensión en el ambiente.

—¿Qué están haciendo?

—No estamos haciendo nada, solo hablando.

Sam nos mira, sus ojos reflejan dudas mientras se sienta al borde de la cama.

—Estuve pensando... — Comienza a hablar mientras nos observa. — No podemos ser una pareja de...

—No te atrevas a decirlo, Samantha. — Matteo interviene. — Eres mía. — Sujeta su rostro entre sus manos. — Mía.

—¿Puedes permitirme elegir? — Intervengo.

—No te metas, maldito hijo de la oscuridad. — Matteo me empuja con enojo. — Deberías haber muerto.

—Matteo, por favor, por la Diosa Luna. No puedes estar hablando en serio. — Samantha se levanta de la cama.

— Aunque me duela en el alma, te rechazaré. Serás libre con tu muerto. — Samantha niega frenéticamente. — Yo, Matteo D'Amico, reniego de Samantha Jensen como mi Luna.

WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora