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"Kosair apretó con irá e impotencia sus puños, miró a su hermana y esta estaba pálida, sus manos temblaban y su mirada se encontraba perdida, Heinrey abrazaba a la rubia intentando darle calma, aunque él también sufría.

— No puede morir — murmuró Navier mientras una lágrima caía por su mejilla"

Einar se levantó de golpe, con rapidez se vistió apropiadamente y fue al palacio, específicamente a ver al Rey William.

— ¡Su majestad! — exclamó mientras ingresaba a la oficina.

— ¿Einar? ¿Viste algo? — le preguntó el Rey mientras se acercaba a él.

— Es difícil, pero estoy seguro que algo saldrá mal, vi a la emperatriz Navier, Kosair, y a Heinrey, estaban muy mal, por el estado en el que se encontraba la emperatriz puedo deducir que algo le había pasado a la princesa— informó el rubio.

Cuando Athenea se fue de Magique semanas atrás, Einar pudo ver algo que lo alertó, se lo comentó al Rey y este le ordenó estar al pendiente del futuro de la pelirroja, pero era muy complicado poder ver el futuro de alguien cuando este estaba muy lejos.

— ¿Decían algo? — preguntó el Rey

— Si, la emperatriz decía estás palabras "No debe morir" — respondió.

El Rey frunció su entrecejo y cerró con fuerzas sus manos formando un puño.

No iba a dejar que a su hija le pasara algo, la amaba demasiado, y si era necesario, él daría su vida por ella, por ello mataría a Darío, y esta vez se aseguraría de que no pudiera tener una mínima oportunidad de si sobrevivir.

"Si no lo hice hace veinte años, está vez lo haré, mataré a mi propio hermano"

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"Querida hermana:

La invitación para la coronación de Heinrey ha llegado, la delegación va a ser liderada por Einar, lamentablemente yo no podré asistir, se han descubierto alguna cosas, los gemelos te informarán cuando estén en Occidente, ellos te cubrirán para que nadie sepa que ya te puedes teletransportar, cuídate.

Con amor, tu adorado hermano mayor, Levi Gardien"

Athenea suspiró y destruyó la carta justo como lo había hecho con las anteriores, después de que Rashta había entrado a su habitación ya no dejaba en su habitación cartas o documentos de gran importancia, su collar y el libro los había escondido.

— Últimamente te he visto quemar todas las cartas que te envían ¿Sucedió algo? — preguntó Navier mientras seguía su lectura.

— En este Palacio ya no confio en nadie, solo en ti, en Tiana, Laura y Eliza — respondió la pelirroja mientras se tiraba a la cama.

— ¿Que te llevó a desconfiar de los demás? — preguntó Navier mientras cerraba el libro.

— Rashta — respondió Athenea mientras se sentaba — se atrevió a entrar a mi habitación, intentó robarse mi libro y mi collar — confesó al fin.

— ¿Hablas de 'ese' libro y de 'ese' collar? — Athenea asintió.

Navier suspiró, Rashta ya se estaba pasando de la raya, y debía de hacer algo para darle a entender que con ellas no se jugaba y que no debía hacer lo que quisiera.