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Cuando Athenea se quitó su abrigo sintió un escalofrío recorrerla.

Miró a la ventana y una mala sensación se instaló en su pecho, sus ojos brillaron por un segundo, segundo en el que las cortinas de la ventana se cerraron solas.

"Si bien, ya tengo la forma de proteger a Lebetti y al bebé, siento que algo anda mal" pensó la pelirroja.

Sentía muchas cosas, entre ellas, sentía que las cosas más fuertes vendrían en esas semanas.

Se quitó sus zapatillas y caminó hasta su cama, su cabeza daba vueltas, se sentía... Débil.

— Su alteza, que bueno que ya regresó, esta tarde Enzo y yo... — Tiana detuvo su explicación en el momento en que vio como la pelirroja llevaba una mano a su cabeza — ¿Su alteza? — miró a los lados en busca de algo fuera de lugar — ¡Su alteza! — exclamó mientras corría a atrapar a la princesa.

— Cama... Revísala... — murmuró Athenea.

Tiana con dificultad movió a la princesa al otro extremo de la habitación, cuando se aseguró de que ella estuviera bien, caminó a la cama de la pelirroja para después rebuscar entre las almohadas y sábanas.

— No puede ser — murmuró la dama al ver qué una resplandeciente piedra blanca se encontraban allí.

Miró a Athenea para después apretar con fuerza sus labios, nadie se metía con su señora.

Salió de la habitación al pasillo para poder encontrarse con los guardias que custodiaban la recámara.

— Tu — señaló a un guardia — ve por  Lord Einar y Lord Enzo, pero di que no entren a la habitación, ¡Rápido! — ordenó, al inicio la vió confundido pero una mirada amenzante de la castaña lo hizo obedecer.

Cuando el hombre se fue ella miró al otro guardia.

— Ven conmigo — ordenó.

Ambos ingresaron a la habitación para ver cómo es que Athenea tenía sus ojos brillando y las sábanas de la cama se movían hasta la ventana que estaba lo más alejada de la princesa.

Tiana se acercó a la pelirroja para revisar su rostro, el cual estaba muy pálido.

— sacala de aquí  — ordenó la castaña al guardia, este con confusión asintió.

El hombre cargó a la princesa con suma delicadeza y la sacó de la habitación, Tiana salió por delante para asegurarse de que no hubieran intrusos.

"Si pusieron piedras de luna en su habitación, debió ser para acabar con ella de alguna manera, si no era por ellas, podrían haberla atacado en su debilidad" analizó la dama.

Se quedaron en el pasillo sin saber muy bien a dónde ir, cuando la castaña sintió una presencia atrás de ella, con rapidez agarró la espada del guardia y apunto hacia el intruso con la idea de proteger a la princesa.

— Tranquila... — alzó los brazos Enzo, pero rápidamente los bajó al ver qué Athenea estaba casi inconsciente en los brazos del guardia — ¡¿Que le pasó?! — preguntó exaltado mientras arrebata a la pelirroja de los brazos del hombre.

— Piedras... Hay varias — susurró la princesa.

— Solo vi una, en la cama, pero por como se puso deben de haber varias más esparcidas por la habitación — analizó la castaña mientras le devolvía la espada al guardia. — ¿Quienes entraron? — le preguntó.

— Nadie mi lady  — respondió el hombre.

— ¿En algún momento quedó sin guardias la habitación? — preguntó Einar mientras revisaba a la princesa, la cual ya iba recuperando su color.

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