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El ambiente se hizo pesado para todos lo que rodeaban a la princesa.

El semblante de la pelirroja era totalmente aterrador para quienes la veían, pues su rostro serio acompañado de sus ojos brillando de un color dorado hacían que el miedo invadiera a quien estuviera cerca.

— ¿Disculpa? — el emperador sintió como su cuerpo dejaba de responderle — dígame que escuche mal porque si fue así haré que se arrepienta de haber dicho esa palabra — amenazó.

— ¡Su alteza! — un guardia se acercó para alejar a Athenea.

— Te me acercas y te mato — advirtió mientras lo miraba de reojo haciendo que el hombre se estremeciera.

— ¡Athenea! — llamó Navier desde la entrada.

Cuando la princesa escuchó la voz de su cuñada por un momento dudó de seguir su "enfrentamiento" con el emperador.

Heinrey, quien estaba maravillado con la escena que presenciaba, al escuchar a su esposa llamar a la menor decidió interferir a favor de lo que pensaba la rubia, pues no quería que esta se enojara con él, y estaba seguro que su amiga lo entendería.

— ¡Athenea! ¡Déjalo! ¡solo está ardido! — exclamó el Rey.

La reina miró a su esposo sin saber si estaba intentando detener la situación o causar que el enojo de Sovieshu aumentara y así empeorar la situación.

— ¡Eso ya lo sé! — le gritó la princesa mirando a su amigo de tal manera que este se asustara, pero lo disimuló bien.

A lo lejos una castaña caminaba contenta mientras llevaba en sus manos unas maletas donde había cosas importantes que necesitaría, ya sea ella o su señora, sus padres le habían dicho que después la irían a visitar llevando más cosas de la joven.

"Me encargaré de que en Occidente ningún hombre se acerque a su alteza, soy Khenea por siempre, y si Lord Kosair no está cerca para alejar a las garrapatas, yo sí" pensó con total seguridad mientras se imaginaba alejando a todos de la princesa.

Un bullicio se hizo escuchar causando que la castaña saliera de sus pensamientos, miró a todos lados encontrándose con una multitud cerca de la mansión Trovi, cuando notó aquello la preocupación le invadió.

Corrió hasta el grupo de personas, pero el paso le fue imposible pues la retenían con la excusa de que pasar era peligroso.

— La princesa está enojada — informó un hombre.

Tiana detuvo su esfuerzo para ver al hombre con sorpresa, ¿había escuchado bien?, si su señora estaba enojada significaba que alguien podría salir muy lastimado.

— ¿Qué sucedió? — preguntó, pero nadie le respondió — Soy la dama de compañía de Su alteza, así que digan que pasó — ordenó con un tono de voz alto.

— El emperador encerró al Rey Heinrey y a la empe- a la reina Navier, entonces Su alteza salió a reclamar, pero con lo que dice hace que ella se enoje más, ya hasta lo amenazó — respondió una mujer.

Cuando la castaña escuchó eso el enojo retenido que le tenía al emperador apareció, así que sin dudar empujó a quienes se le atravesaban para poder llegar con la princesa, cuando la vio se sorprendió, estaba segura que jamás la había visto así, siempre controlaba que sus emociones no taparan su juicio.

"Bueno, de todos modos, me iré de Oriente" pensó mientras se agachaba a agarrar una piedra "preparen" alzó la piedra "apunten" fijó su tiro en la cabeza de Sovieshu "¡fuego!" y la lanzó...

— ¡¿qué...?! — Athenea miró sorprendida la piedra que golpeó al emperador y por un momento amó una simple roca, luego miró a los lados para recaer en su amiga.

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