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Una pequeña pelirroja de nueve años miraba fijamente a su padre, el cual le explicaba todos los deberes que debía cumplir al ser una protectora.

— Tengo entendido que Oriente no es aliado de Magique, ¿eso cambiará conmigo? — preguntó la princesa mientras apuntaba en un cuaderno.

— Algo así, escucha hija mía, el que tu seas la protectora de la futura emperatriz no quiere decir que entre Magique y Oriente se forme una alianza, solo quiere decir que mientras Lady Navier esté liderando nosotros cuidaremos de ese imperio — explicó.

— ¿Y si hay un divorcio?

— Volvemos a ser un peligro, si Lady Navier y el príncipe Sovieshu se divorcian nuestra lealtad se reduce a solo la familia Trovi, y si ella se casa con otro rey o emperador, nuestra lealtad pasa a ese nuevo lugar.

"Si Lady Navier se divorcia el imperio Oriental ya no será mi responsabilidad, porque solo le sirvo a ella"

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Actualmente...

Athenea relucía un hermoso vestido beige sencillo, su cabello estaba peinado en una trenza de corona dejando solo unos pequeños mechones caer a los lados de su rostro.

Se puso atrás de la aún emperatriz Navier, como era su protectora iría con ella, pese a esperar tanto este momento, no sabía cómo sentirse.

No sabía si sentirse feliz por el hecho de que al fin su amiga estaría con alguien que le daría una buena vida, porque, aunque esta no estaba segura, Athenea sí, vio su futuro, vio la felicidad en su rostro, felicidad que desde hace ya unos meses no sentía.

O triste porque iba a dejar el lugar en el que creció, iba a dejar a grandes amistades, iba a dejar nuevamente a las personas que consideraba familia.

Rápidamente sacudió aquellos pensares, debía de estar feliz, pues quien mas sufriría sería Navier, ya que se alejaría del lugar en que nació, se iría a un reino que no conocía.

Giró su rostro para ver a las damas de compañía de la emperatriz y a Tiana, todas allí tenían semblantes tristes o lloraban, y eso causó que la tristeza invadiera el pecho de la pelirroja, las iba a extrañar demasiado

"Basta de malas sensaciones, el divorcio fue lo que eh estado esperando desde hace mucho, el destino de mi amada amiga está más cerca" pensó la princesa.

— ¿Está lista, Su majestad? — preguntó un guardia a Navier.

— Si, vamos — respondió con calma la rubia, pero para Athenea era evidente que lo hacía para ocultar su dolor.

Cuando la aun emperatriz dio un paso al frente los guardias se arrodillaron ante ella, la princesa de cabellos rojos sonrió levemente al ver que los soldados parecían seguir apreciando a la rubia.

La pelirroja dio unos pasos al frente y posó su mano en el hombro de la mayor en señal de apoyo, Navier la vio de reojo y asintió, el momento de enfrentar el divorcio había llegado.

• • •

El rey William caminaba por todo el campo de entrenamiento viendo como es que sus soldados se preparaban para poder luchar cuando llegase el momento.

— Su majestad — llamó una castaña de ojos azules.

— Diana, ¿Qué sucede? — preguntó el pelinegro mientras se acercaba a su nuera.

— Ya es hora, en este momento debe de estar iniciando el divorcio — Respondió la joven.

El rey se puso lo más serio posible para después empezar a caminar con dirección a su oficina, pues allí la familia real se reuniría.

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