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McKenna caminaba por los pasillos de la academia con una sola idea, encontrar a una mujer en específico.

— ¿McKenna? — una dulce voz lo detuvo, se dio la vuelta encontrándose con una hermosa azabache de ojos azules claros.

— Que bueno que te encuentro, tienes que ir al palacio Occidental — comentó el peliazul confundiendo a la chica de lindas pecas.

— ¿Que sucede? — preguntó ella mientras se acercaba más a él.

— Eres muy buena en las pociones mágicas, tienes que hacer una para la princesa Athenea — explicó, la azabache se sorprendió pero asintió con rapidez.

— Haré mis maletas, en el camino me dirás que ocurre y el porque mi amiga necesita una poción — el mayor asintió mientras seguía a su mejor amiga.

"¿De que me habré perdido en estos años que estuve lejos?"

• • •

"— ¡Por culpa de esa mujer todos hablan mal de Su Majestad! — exclamó Laura mientras apretaba con fuerza las telas de su vestido.

— ¿Qué? ¿De que hablas? ¿Que dicen? — preguntó Athenea preocupada, solo se había unos días, ¡Unos días!

— Rashta hizo una fiesta de té el mismo día que yo, por el tiempo y por haberme confirmado, todos asistieron a la mía y no a la suya, ahora todos creen que la quiero marginar, y que dentro del palacio yo la ataco y que tú lo haces para quedar bien conmigo — explicó la Emperatriz mientras llevaba su mano al puente de su naríz."

Athenea suspiró mientras llevaba sus manos a su rostro, odiaba esta situación, desde que esa mujer había llegado lo único que hacía era hacerle la vida imposible a Navier.

Sabía que todo lo hacía con malas intenciones, quería hacer quedar mal a la emperatriz por alguna razón.

— Athenea, ¿Te parece este? — la pelirroja miró a Enzo, quien le enseñaba un vestido rojo.

— ¿No se perdería con el rojo de su cabello? — preguntó Einar mientras agarraba un mechón del cabello rojizo de la princesa.

— cierto... ¿El verde? — preguntó el menor de los gemelos mientras sacaba otro vestido.

— Puedo ir con este, solo iré a decirle que regresé — comentó la pelirroja mientras se sentaba.

— ¡No! Irás bien arreglada, ya no es una visita casual, son pareja — la pelirroja lo miró confundida, ¿Eso que tenía que ver?, Solo quería ir a visitar a su amado, quería distraerse un poco con sus mimos.

— Bien... Dame el verde — estiró la mano para recibir el vestido.

Enzo obedeció y se lo dió, ambos varones iban a salirse de la habitación pero la voz de la pelirroja los hizo detenerse.

— Quiero pedirles que hagan algo en lo que están en Oriente — tanto Einar como Enzo se miraron confundidos, pero asintieron, caminaron hasta ella y se posaron frente a la pelirroja, se arrodillaron al ver su mirada, la conocían perfectamente.

Desde niños ella ponía esa mirada cada que planeaba algo malo, Heinrey lo había dicho, mayormente eran planes traviesos, ya que iban dirigidos hacía el ahora Rey de Occidente, pero esta vez había un brillo de maldad, por lo que pensaron en que no era una broma infantil, que esto iba en serio.

— Quiero que investiguen el pasado de Rashta, quiero saber todo, absolutamente todo, quiero saber porque abandonó a su hijo, quiero saber porqué se volvió una esclava, quiero saber quienes la ayudaron a escapar, quiero hasta el minimo detalle — los gemelos se sorprendieron al escuchar esa orden, no era una petición de amiga, no era un favor, era una orden, su voz autoritaria lo decía, era una orden que daba como princesa y guardiana.