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Su instinto le pedía huir de allí, si Darío la había descubierto sentía que el cualquier momento la atacarían.

— ¿A dónde hay que ir? — Preguntó la  princesa mientras analizaba el lugar con discreción.

Su atención se detuvo en algunos 'adornos' que habían por el lugar.

— ¿También lo ves? — Preguntó la azabache mientras miraba a la rubia, esta asintió levemente.

"Es extraño que no me afecte" pensó Athenea.

Kanami miró a la princesa con preocupación, no tenía idea del porque no le afectaba el hecho de estar rodeada de piedras de luna, pero por cualquier cosa tenía que alejarla de ellas.

— Según sé, el tutela pulveris está en la cueva más alejada del palacio — comentó la joven pecosa mientras sacaba un libro de su mochila — lo mejor es ir ya, así podremos irnos lo más rápido posible, no me gusta esta aquí — murmuró.

Athenea concordó con su amiga, odiaba el reino del Norte, había tenido una pésima experiencia cuando tenía sus quince años que después de eso ya no quiso pisar el lugar, y Navier, comprendiendo a la menor, no volvió a ir.

Una extraña sensación se instaló en la rubia, era como si alguien al observara, con lentitud se dio la vuelta y describió a Darío a lo lejos, mirándola.

— Ven — agarró la mano de su amiga y la llevó lejos mientras miraba a dónde ir en lo que la joven investigaba el lugar de la cueva.

— ¿Sucedió algo? — Preguntó Kanami mientras se detenía.

— Darío sabe, estoy segura, por más fuerte no podré vencer si nos atacan, y menos si usan las piedras — explicó la rubia.

Inhaló profundamente, no debía de perder el control, debia tener la cabeza fría y analizar la situación.

Si bien, el Gardien parecía ya saber quienes eran no había actuado, al contrario, las dejó entrar al reino, pero le confundía muchas cosas, como el hecho de que habían muchas piedras de luna modificadas por todos lados, las cuales extramente parecía no afectarle.

Athenea estaba muy confundida, pues parecía que lo que más le incomodaba y temía era estár en ese reino, en la posibilidad de verse con Leandro, pero no con Darío, este solo la ponía muy inquieta.

— ¡Su majestad! — la exclamación de una mujer a lo lejos hizo que la joven princesa se paralizara.

"Mátalo" su mente repitió más de una vez.

Kanami al ver eso decidió llevarse a su amiga lejos, caminó al otro extremo de donde la multitud se estaba formando, ya sabía cómo llegar a la cueva, y le alegraba el saber que estaba lejos del rey.

Darío, quien vio la actitud de la princesa, frunció el seño, no le gustó cómo se había puesto ante la mención de Leandro.

"Si le hizo algo lo mataré muy lentamente, haré que ruege piedad" se prometió el pelinegro mientras miraba con mucho odio al Rey, quien reía mientras abrazaba a una joven, la cual tenía la mirada baja "maldito monstruo"

Athenea reaccionó cuando estaba lejos, la frustración la inundó, ella era fuerte, no era débil, creció como una guerrera, ¿Por qué el estar tan cerca del rey del Norte la ponía tan mal?, Ni siquiera se puso así cuando estuvo tan cerca de su tío.

Ella en verdad había anhelado acabar con la vida del líder del Norte sin importar las consecuencias que ese acto traería para ella y su fmailia, ella en verdad quería matarlo.

— ¿Por qué se pone así? — Preguntó la azabache mientras miraba con una pequeña sonrisa como a lo lejos se abría el bosque.

— Te explicaré cuando estemos en el bosque — prometió la de cabello rubio.

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