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La Vizcondesa aprovechó que la Emperatriz estaba conversando con Lady Artina para así poder hablar con la princesa.

- Buenas noches, Vizcondesa - dijo Athenea mientras salía de la habitación de su amiga.

- Buenas noches, Su alteza, vine para advertirle, Lady Rashta puede que haga algo en su contra, al parecer no está contenta con tenerla en el palacio - informó.

La pelirroja sonrió para tranquilizar a la mayor, se acercó y posó su mano en el hombro de la mujer.

- Ella jamas me podría dañar...

- ¿Y si crea rumores para perjudicarla? Su honor se verá manchado - interrumpió con temor.

- Fuiste dama de la Emperatriz, y por lo tal, me conoces, sabes que me importa poco lo que digan de mi, por ello jamás oculté mis emociones o expresiones - la dama asintió comprendiendo a la princesa - agradezco que me informes, y entiendo tu temor, temes que si me sucede algo, mi reino tome represalias contra Oriente, pero te debe tranquilizar, que mientras Navier sea Emperatriz, nadie lastimará este imperio, ni siquiera Magique, en caso de que me suceda algo, irán en contra de mi atacante y sus cómplices, nada más - tranquilizó a la Vizcondesa.

"Pero solo mientras Navier sea la Emperatriz de Oriente" repitió mentalmente la pelirroja mientras veía como es que la dama se despedía con una reverencia.

Antes de que Athenea volviera a entrar a la habitación pudo oír las cosas de que decía Artina, suspiró al escuchar la mención del adorable bebé que habitaba en esa casa.

Enzo y Einar se habían ido a dar una vuelta por Oriente por su última noche en ese Imperio, por lo que le habían dejado toda la información en sus manos, sabiendo que en su habitación no estaba segura, decidió dejar el sobre en la habitación de Navier durante el baile de debutantes, pues la iba a mandar a un lugar seguro al día siguiente.

- Debemos hablar - dijo Athenea al entrar nuevamente a los aposentos de la Emperatriz.

La rubia al ver la seriedad de su amiga asintió y con una señal retiró a las damas.

- ¿Que sucede? - preguntó Navier.

- Ese bebé que mencionó Artina, se cómo es, al igual de que se quién es su madre - la mayor se sorprendió y dejó que hablara - se puede decir que me infiltré en la finca del Vizconde, y sin querer terminé en la área restringida, allí había un niño, por su apariencia, y por lo que escuché, estoy segura de que es hijo de Rashta.

Ahora sí, es momento de decirle todo lo que sabe a su mejor amiga.

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Kosair bufó al sentirse asfixiado y cansado, durante toda la noche no pudo dormir por tener en su habitación a dos diablillos llorando por no querer irse.

- No entiendo de que se queja, si estuviera en nuestro lugar haría lo mismo, solo que él tiene la falda de la princesa para hacerlo - comentó el rubio menor mientras peinaba al mayor de los tres.

- ¿Por qué te dejaste crecer el cabello? Si yo lo hago, estoy seguro que madre entraría a mi habitación a dejarme pelón - el menor asintió ante lo dicho por su hermano.

- Me pregunto por qué los estoy dejando tocar mi hermoso cabello - murmuró Kosair mientras golpeaba la mano de Enzo para que dejará su cabello en paz.

- Porque te vamos a dejar presentable para tu cita con nuestra querida Athenea - el mayor arqueó una ceja - digo, nuestra amiga Athenea - se corrigió.

- Siempre estoy presentable - los gemelos se vieron entre sí al notar algo raro en el peinado del chico - ¡Me dejaste la coleta de lado! - se quejó el mayor al verse al espejo - y con varios mechones sueltos.

Protected » [Kosair]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora