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Estar veinticuatro horas en Occidente fue maravilloso para la princesa de Magique.

Pudo ver a McKenna y abrazarlo cuando lo vio tan bien, aunque lo golpeó después por el hecho de que se fue de Oriente sin despedirse de ella.

Aunque cuando Kosair vio eso de alguna manera se molestó pero no lo hizo notar, pues se había prometido hacer todo lo posible para no arruinar su relación con la pelirroja.

También pudo hablar con Enzo para poder ponerlo al día, aunque le parecia extraño que la primera pregunta que recibió por parte de él fue un ¿Tiana está bien?, Osea, la pregunta no tenía nada de malo pero le extrañó, no quiso preguntar algo que sospechaba desde tiempo atrás así que al final se tuvo que conformar con seguir preguntandoselo ella misma, ¿Su amigo y su dama tenía un interés amoroso el uno por el otro o eran ideas suyas?

Ya al anochecer durmió junto a su novio, pues ya había pasado mucho tiempo desde la última vez en que habían dormido así, y siendo honestos, era algo muy agradable y cómodo para ambos.

Al amanecer Heinrey le dio ropa para que pudiera darse un baño antes de partir, y cuando estuvo lista le dió la carta que le enviaba a Navier.

Cuando todo estuvo listo para su viaje de regreso a Oriente, la pareja de enamorados decidió despedirse al final.

La mirada de ambos mostraba muchas emociones.

¿Quien diría que el temido Kosair Trovi estaría tan obsesionado y enamorado por una princesa de apariencia delicada?

La joven de cabellos rojizos se acercó al rostro de su amado para después atraerlo a ella y pegar su nariz con la de él.

— Pronto nos volveremos a ver — prometió la pelirroja.

— Si alguien te lastima, dímelo, lo mataré con mis propias manos — sentenció el mayor mientras se perdía en los ojos de su amada.

— Podría matarlo yo misma — dijo ella con una sonrisa traviesa.

¿Quien diría que la princesa de apariencia delicada y peligrosa terminaría locamente enamorada por el hombre más temible de Oriente?

Athenea no estaba segura de en que momento su admiración se volvió en amor, pero sabía que cuando se dio cuenta ya era demasiado tarde como para olvidarlo, sus sentimientos se volvieron más profundos de los que alguna vez llegó a imaginar.

La pelirroja inicialmente admiraba la forma de pelear, de vencer, y de ser del hijo mayor de los Trovi.

Cuando cumplió sus catorce años se dio cuenta que empezó a tener cierto crush por él, ella creía que no era amor pero si un interés hacia alguien mayor, incluso llegó a pensar que se le pasaría con el tiempo.

Pero cuando empezó a vivir en el palacio todo empeoró, pues por más que quería olvidar a Kosair no podía, varias veces intentó tener algo con alguna persona pero no podía, se daba cuenta que sus sentimientos por el Trovi iban en aumento.

Quizás fueron las cartas, aquellas cartas le mostraban mensajes que la hacían suspirar.

Con el tiempo se rindió en olvidarlo y decidió que las cosas fluyeran como debían de ser, decidió que el tiempo fuera quien tomara la decisión del que pasaría con su corazón.

Ahora agradecía aquello, era feliz a lado de Kosair, quizás eran muy diferentes, pero también eran similares, podían congeniar al igual que podían contradecirse, pero uno no podía estar sin el otro.

El Trovi confiaba en Athenea, y la Gardien confiaba en él Kosair, así eran las cosas.

— Cuida de mi hermana — pidió el mayor.

Protected » [Kosair]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora