Prólogo

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Septiembre 2021

Hardwicke.

No pasaba el aire. A pesar de que estaba apunto de acabar el verano, seguía haciendo muchísimo calor. Faltaba poco para que el sol se comenzara a poner y estábamos disfrutando de las últimas horas de luz.

Me agaché hacia adelante y sentí como el agarre de sus manos se afianzaba entre las mías al hacerlo. Siguió dando pequeños pasos hacia delante, con una sonrisa repleta de felicidad adorando su expresión y la melena rubia al viento. Sus pupilas estaban fijas en una mariposa que volaba cerca de su cara.

Mentiría si negara que no estaba loco por ella. Era mi punto débil, la única persona por la que lo dejaría todo sin titubear.

— Por fin os encuentro.

Abby avanzó por el jardín y se agachó frente a la pequeña, que soltó un alarido de emoción nada más verla. Su sonrisa era contagiosa, la cosa más bonita del mundo. 

Se deshizo de mi agarre y se dejó caer contra el pecho de su madre. Ella la recibió con un abrazo y un sinfín de besos en la cara.

— La niña está sudando, Ben — me recriminó entonces —. Sigue haciendo demasiado calor para salir a estas horas.

Miré la hora en mi reloj de pulsera. Eran las seis de la tarde y el termostato marcaba veintinueve grados.

— Ha insistido en salir.

— ¿A si? — continuó, levantándose con Emma en brazos y alzando las cejas. Sin embargo, se notaba que le resultaba gracioso que su hija me tuviera totalmente dominado —. Pues tienes que aprender a decirle que no. La estás malcriando.

— Es mi deber.

— Benny — intervino la pequeña, estirando el bracito en mi dirección para que la aupara.

Me mordí el labio inferior y negué con la cabeza mientras Abby la depositaba entre mis brazos. El capullo de Marc le había enseñado a llamarme de esa manera y ahora no había manera de que se dirigiera a mí como tío o Ben.

— Te tengo, ojitos — mascullé con cariño, embelesado por el brillo de sus ojos, grandes y expresivos. Eran verdes, como los míos.

— Tus padres llegarán en una hora al aeropuerto — comentó Abby, sacándome de mis pensamientos —. Nos ayudarán a ultimar los últimos detalles de la boda. Quedan muchas cosas por hacer — prosiguió con nerviosismo —. Peter irá a recogerlos.

— Relájate, Abb — la interrumpí, posando una de mis manos en un intento de tranquilizarla —. Deja que Olivia y su equipo se encarguen del resto.

Olivia era la organizadora de eventos que habían contratado para organizar la boda. Sin embargo, mi futura cuñada era incapaz de claudicar en nada. Era una lucha perdida.

— Y las chicas llegan el domingo — siguió, ignorando mis palabras —. Mia me ha chivado que me han preparado una despedida de soltera por todo lo alto.

— ¿Las chicas?

— Sí —masculló, inclinándose en dirección a su hija y apartándole el pelo de la cara —. Mi hermana, Mia, Summer, Penelope, Marina y Gala.

Me estremecí ante la mención del último nombre. La viva imagen del color avellana de sus ojos se coló en mi mente. La recordaba bailando en uno de los camarotes de mi barco, capturando copos de nieve con la boca, temblando de placer bajo mi cuerpo desnudo....

Llevaba más de un año sin escuchar su nombre. No habíamos mantenido el contacto. Sabía que Abby seguía en su vida y que se habían convertido en buenas amigas, pero había decidido mantenerme al margen. 

Efectos secundarios [2.5].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora