Capítulo 14

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Un incómodo silencio se apoderó de la estancia y me apoyé contra el respaldo de la silla, atónita ante lo que acababa de escuchar.

El día anterior, me había levantado con fiebre y no había ido a trabajar. Lo último que me habría imaginado era que, al día siguiente, Selena me sorprendería con aquello justo antes de terminar la jornada laboral.

— ¿Qué? — me escuché preguntar, con la sola intención de cerciorarme de que no había mal interpretado sus palabras.

— Sé que has dejado muchas cosas atrás por estar aquí— replicó. Intuí la empatía en el tono de su voz por primera vez; sin embargo, eso, lejos de calmarme, me puso aún más nerviosa —: Has dejado tu casa, tus amigos, tus familiares, un trabajo estable... En fin, tu vida en España. Pero es que no acabamos de ver que encajes en este puesto— continuó, en tono sereno, pero rotundo a la vez.

Ni tan solo me ofendieron sus declaraciones. Estaba demasiado sorprendida. Seguí contemplándola en completo silencio, notando como el shock inicial se transformaba en un sentimiento que me desconcertó a medida que transcurrían los segundos.

Sentía que me habían quitado un peso de encima, alivio.

— En fin — continuó tras carraspear, evidentemente incómoda —. Sé que probablemente este es uno de los mejores empleos que has tenido; pero también estoy convencida de que encontrarás otra cosa, quizás algo en lo que encajes mejor. De hecho, puedo escribirte una carta de recomendación si lo deseas.

— ¿Una carta de recomendación? — murmuré con incredulidad.

— Sí. Y puedes quedarte hasta finales de octubre. A fin de cuentas, aún no hemos encontrado a nadie que ocupe tu puesto de trabajo, así que--

No la dejé terminar.

Llevada por la adrenalina del momento, me levanté de golpe, haciendo que la silla chirriara al erguirme. La sorpresa se reflejó en sus pupilas.

— No hace falta. Lo entiendo — logré articular, con la boca seca y los nervios a flor de piel —. De hecho, me hicieron una oferta de trabajo hace poco. No necesito quedarme hasta finales de octubre.

Añadí aquello último para sentir mi orgullo menos herido. A pesar de que odiaba ese trabajo, me dolía que hubieran decidido echarme. Jamás imaginé que no superaría el período de prueba.

— Como quieras — replicó Selena.

Estaba claro que no se había tragado mis palabras. Pero me traía sin cuidado.

— ¿Dónde tengo que firmar? — inquirí, incapaz de controlar el entusiasmo, notando como la adrenalina había comenzado a correr por mis venas.

Al cabo de un rato, abandoné la oficina con una caja medio vacía entre las manos. Al haber trabajado tan poco tiempo allí, mis pertenencias eran escasas.

Ya había oscurecido y la típica llovizna londinense mojaba las calles de la ciudad.

— ¿Has decidido que vas a hacer a partir de ahora? — me preguntó Sally, caminando detrás de mí.

La enfrenté con una sonrisa en los labios y unas ganas inmensas e irracionales de comerme el mundo.

— Irme de copas para celebrar que me han dejado de patitas en la calle— le contesté, algo asombrada por cómo me sentía al respecto —. ¿Te vienes?

La mirada que me dedicó no daba lugar a duda.

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— ¿Me puedes explicar cómo has acabado sin trabajo? — me preguntó Marina al cabo de un par de horas.

Efectos secundarios [2.5].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora