Capítulo 32

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Me tomé todo el contenido del vaso que me habían servido y no pude evitar dibujar una mueca de disgusto cuando el sabor agrio inundó mi paladar. Odiaba beberme el café solo, pero odiaba aún más la sensación de dormirme por las esquinas, por lo que había decidido que engullirlo a modo de chupito era una buena opción.

Tras nuestra llegada a Berlín ayer por la tarde, no había parado quieta. Una vez en el hotel, una reconocida revista había entrevistado a los chicos. Mientras tanto, yo me había tenido que acercar a una tienda del centro de la ciudad para recoger el vestuario que llevarían ellos tanto durante la entrevista televisada que estaba a punto de producirse, como durante el concierto que se llevaría a cabo mañana por la noche. 

Para cuando había regresado al complejo, Mia había acaparado mi atención, juntamente con la de todo el equipo de Plus. Habíamos repasado cada aspecto de nuestra corta estancia en la ciudad: el cronograma del concierto y la entrevista televisada habían sido los temas principales de una reunión que se había alargado hasta altas horas de la noche.  

Como era de esperar, me había quedado dormida nada más tocar la cama. Y, desgraciadamente, había dormido sola. Sin duda, trabajar viajando resultaba agotador.

Me deshice del recipiente del café y tomé asiento en un banco solitario que se encontraba oculto entre las cortinas, quedándome en trance al observar a los trabajadores ir de un lado para otro. El equipo del plató estaba realizando los últimos preparativos antes de que el programa comenzara.

Los miembros de Labor, por otro lado, se encontraban en el camerino, pasando por chapa y pintura antes de convertirse en el centro de atención.

Desperezándome, me levanté y estiré los brazos para arriba. Podía sentir la cafeína surgiendo efecto en mi sistema. 

—Entraremos en emisión dentro de treinta minutos — me comunicó una de las trabajadoras. 

No se paró para comprobar si la había escuchado o no, por lo que contemplé con estupor cómo se acercaba a uno de los cámaras y le daba una serie de órdenes que, al utilizar lenguaje técnico, fui incapaz de comprender.

Tras bostezar de nuevo, saqué una carpeta de mi mochila y repasé la lista de cosas que dependían de mí esa noche. Respiré de forma acompasada al comprobar por enésima vez que parecía estar todo en regla.

Sin pensármelo dos veces, me encaminé hacia los camerinos. A medida que me acercaba, el bullicio iba in crescendo. Crucé el umbral de la puerta y comprobé que parecían estar listos para la entrevista. Contuve una sonrisa al presenciar a un grupo de adolescentes sacándose una foto con todos ellos. Me resultó imposible no recordar a Marina al ver la ilusión grabada en sus expresiones.

—Son los hijos y amigos de uno de los productores del programa — me informó Jake, desplazándose hacia mí con la diversión presente en el caramelo de sus pupilas.

En el otro extremo de la estancia, Marc soltó un comentario ingenioso y todos estallaron en carcajadas.

—Ya veo — comenté —. No me gustaría ser famosa, pero admito que debe de ser alucinante sentir el afecto de tantísima gente.

—Sí — suspiró él como respuesta, y me volteé al presentir que aquello no era lo único que tenía que decir al respecto —, pero odiaría que se pegaran a mí de esa forma.

Seguí su mirada y vi que un chico y una chica estaban aferrados a los brazos de Ben. A él no parecía importarle lo más mínimo.

—En el equipo estamos todos limpios — mascullé, creyendo que estaba diciendo aquello por la situación sanitaria. A fin de cuentas, nos hacíamos un test de antígenos cada dos días —. Imagino que ellos también — añadí señalando a los adolescentes.

Efectos secundarios [2.5].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora