Capítulo 28

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—¿Y si salimos a dar una vuelta? — me preguntó Abby.

No partíamos para el aeropuerto destino a Estocolmo hasta por la noche. Nos habíamos quedado a solas en el hotel, pues los miembros de la banda estaban dando una entrevista en la radio y Jake, Mia y todo el equipo de seguridad los habían acompañado. 

Me había trasladado a la habitación de Abby hacía apenas unos minutos, cansada de estar encerrada en la mía dándole vueltas a lo que había sucedido la noche anterior. Había visualizado la escena en mi cabeza una infinidad de veces, sintiéndome como una completa idiota en cada una de ellas.

—Vale — accedí, dándome cuenta en ese instante que quizás un poco de aire fresco me haría bien.

Tras preparar el carrito de paseo de Emma y abrigarla como era debido, abandonamos el hotel. Las concurridas calles de Glasgow estaban vestidas de otoño. Los edificios del barrio en el que nos hospedábamos eran de estilo bohemios y tenían mucho encanto.  

No tardamos demasiado en llagar a un bonito parque que estaba cerca de la universidad. A pesar de que el cielo estaba encapotado y una fina llovizna caía sobre el asfalto, ese no había dejado de ser un punto de encuentro para estudiantes y grupos de deporte. A fin de cuentan eran cerca de las tres de la tarde y esas eran las últimas horas de luz diurna.

Mientras caminábamos entre la multitud, me tranquilizó ver que nadie reparaba en la presencia de Abby. A diferencia de nosotras, la mayoría de los presentes no usaban mascarilla. Supuse que eso, sumado a las gafas de sol que llevaba mi amigan, le había facilitado mucho el anonimato.

—Tengo que contarte una cosa — me dijo al cabo de un rato

Nos habíamos sentado en una cafetería que había en una esquina del parque y habíamos ocupado un rincón que parecía ser bastante discreto, medio escondido tras una columna. Desde ese punto pasábamos desapercibidas.

—¿Qué pasa?

Me alertó ver que estaba muy seria. Tuve un mal presentimiento. 

—Es sobre Vicky— me dijo finalmente —. Me tiene preocupada

No pude evitar tensarme ante la mención de su hermana. Por suerte, supe disimularlo y me centré en la sonrisa que tenía Emma en el rostro. Estaba sentada sobre mi regazo y jugaba con las puntas de mi pelo.

Tragué saliva antes de hablar.

—¿Por qué lo dices? 

—Se ha marchado esta mañana. En principio tenía que quedarse hasta por la tarde, pero me ha dicho que tenía cosas que hacer —. Me dirigió una mirada intensa y pareció dudar antes de compartir conmigo la siguiente información —: Ayer por la noche me llamó a las tantas — susurró con la voz temblorosa —. Estaba desconsolada, pero no quiso decirme el motivo, así que decidí ir a su habitación. 

Un punzante vacío se adueñó de mi pecho al imaginarme lo que iba a contarme a continuación. Seguramente, Hardwicke estaría implicado en los hechos.

Noté mi labio inferior temblar e intenté que el dolor no se reflejara en mi expresión.

—Creo que sé lo que vas a decirme — me escuché mascullar. 

Bajé la mirada y la clavé en la de Emma, quien pareció intuir mi estado de ánimo y alargó la mano para acariciarme la mejilla. Vislumbré como Abby se inclinaba sobre la mesa y no tardé en sentir el contacto de su mano sobre una de las mías.

—¿Cómo te has enterado? — inquirió con la voz queda — ¿Te lo ha dicho él?

Negué con la cabeza e intenté ignorar el cúmulo de emociones que habían comenzado a aflorar en la base de mi vientre: rabia, incertidumbre, pena. El hecho de que ella hubiera verbalizado lo sucedido, lo hacía más tangible, más real.

Efectos secundarios [2.5].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora