Capítulo 30

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—¿Crees que podrán arreglarlo a tiempo? — pregunté con la mirada clavada en el techo del estadio.

Durante la prueba de sonido, uno de los focos que iluminaba el escenario principal había estallado de forma inesperada. Por suerte, nadie había resultado herido. 

Jake me observó con preocupación y vino hacia mí. Soltó un suspiro cuando se posicionó a mi lado.

—Espero que sí —. Mantuvo sus ojos caramelo fijos en los míos al hablar —. Pero la prueba de sonido ha terminado. Será mejor que les digamos a los chicos que tienen la tarde libre. 

Asentí y me mordí el labio inferior.

—¿Estás bien? — le susurré, y él contuvo una sonrisa antes de empujarme juguetonamente con el brazo.

—Sí, morena. Estoy bien.

—Puedes hablar conmigo si lo ne--

—Creo que sería un poco incómodo hablar contigo sobre mi ex —me interrumpió, alborotándome el cabello y sacándome la lengua. Desvió la mirada de forma casi imperceptible y pasó un brazo sobre mis hombros, atrayéndome hacia él a continuación —. Pero creo que podríamos hablar del tuyo. Bejamin no nos pierde de vista.

Me deshice de su abrazo y busqué a Ben con la mirada. Divisé su perfil no muy lejos de nosotros. No nos estaba mirando, pero su postura tensa demostraba que lo había estado haciendo. Su atención parecía estar centrada en la conversación que mantenían Mia y Marc a su lado.

Tragué saliva y sentí un calor abrasador invadir mis mejillas. 

—Lo digo de verdad — repetí, enfrentándolo sin atisbo de duda e ignorando su último comentario —. Cuando te dije que quería que fuéramos amigos, hablaba en serio.

Dibujó una sonrisa sincera con los labios y, tras posar las manos sobre mis hombros, se inclinó hasta que su cabeza y la mía quedaron a la misma altura.

—Lo sé —acabó diciendo. Un hormigueo me recorrió de la cabeza a los pies cuando sus ojos me escrutaron intensamente —. Deja que te diga que eres la amiga más guapa que tengo.

Rodé los ojos y esa vez fui yo quien le propiné un golpe juguetón en el brazo.

—Ya estás volviendo a coquetear conmigo — le recriminé.

—No puedo evitarlo, amiga.

Negué con la cabeza a modo de respuesta. Él me hizo una reverencia a modo de despedida y me dio la espalda. Lo observé caminar hacia el equipo de técnicos que estaban intentando arreglar el foco.

—Deja de mirarle el trasero, pervertida —me susurró alguien al oído.

La sorpresa hizo que diera un brinco. Le lancé una mirada repleta de reproche a Peter cuando se carcajeó ante mi reacción. 

—No le estaba mirando el trasero — repliqué, alzando el tono de voz y sintiendo como Hardwicke posaba sus ojos en mí fugazmente. 

Me golpeé mentalmente a medida que el sonrojo aumentaba en mis mejillas.

—Lo que tú digas —. Alzó las cejas y rodó los ojos para enfatizar el hecho de que no se había tragado mis palabras —. Venía a preguntarte si tenemos que llevar a los chicos de vuelta al hotel.

—Sí — intervino Mia, posicionándose a mi lado y observando el estropicio del foco con la nariz fruncida —. Tú y Harry llevadlos al hotel. Nosotras y Jake nos quedaremos un rato más y volveremos con Max.

******

Regresamos pasadas las cuatro de la tarde. Aún no había comido, pero lo único que me apetecía en esos momentos era meterme en la cama y dormir hasta que Mia volviera a aporrear la puerta de mi habitación para llevarme al estadio. 

Efectos secundarios [2.5].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora