Capítulo 29

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Se me aceleró el pulso cuando las primeras notas de Londres, de Alfred García, comenzaron a resonar en mis oídos por segunda vez en lo que llevaba de noche. Esa era una de las muchas canciones que componían la playlist que llevaba mi nombre como título.

El jet privado de la banda acababa de aterrizar en Estocolmo. Había aprovechado el vuelo para refugiarme en la música que Ben había reunido expresamente para mí. También había escuchado With me, de Sum 41; Yellow, de Coldplay; Medecine, de Harry Styles; Love I'm given, su versión, que también sentía como mía.

Cada tema me había transportado a un momento exacto de nuestra historia, a un flashback de emociones y sensaciones que solo había conseguido experimentar estando a su lado.

Evité su mirada durante todo el vuelo. La sentí clavada en mí, ansiosa por leer en mi expresión aquello que me pasaba por la mente al escuchar lo que yo había significado para él en forma de canciones. Pero lo cierto era que no estaba preparada para todo aquello. Aun no. Necesitaba descubrir que había pasado entre él y Vicky antes. Necesitaba saberlo de su boca.

Solté un suspiro de alivio cuando los miembros de la tripulación nos comunicaron que podíamos abandonar el avión. Tan solo viajábamos con una pequeña maleta de mano cada uno. El resto de nuestras pertenencias llegarían a la mañana siguiente, juntamente con el bus de la banda.

Tras abrocharme los botones del abrigo y envolver mi cuello en una cálida bufanda, seguí a Peter hasta el coche. Me tranquilizó que no hubiera ningún fotógrafo esperándonos.

Estaba agotada. Según el reloj de mi móvil, eran cerca de las cuatro de la madrugada allí. Además, me ponía de mal humor pensar que dormiría pocas horas.

—No veo la hora de llegar al hotel y meterme en la cama —le susurré a Peter, agarrándome a su brazo y recibiendo una sonrisa tenue por su parte como respuesta.

Metí la maleta de mano en el maletero y me volteé. Me estremecí al percatarme de que la única persona que se encontraba detrás de mí era Hardwicke.

— El resto irán al hotel con Max y Harry — expuso como si nada, refiriéndose al los mirmbros restantes del personal de seguridad de la banda.

El nerviosismo resultaba evidente en su postura. Contagiada por sus emociones, se me hizo un nudo en la garganta y solo fui capaz de asentir como respuesta antes de entrar en el coche.

Peter me miró a través del retrovisor y alzó las cejas de forma casi imperceptible. No me cupo duda de que aquella era su manera de asegurarse de que estaba bien. Asentí con la intención de tranquilizarlo y clavé la mirada en el exterior.

Cogí aire de manera controlado cuando entró, tomó asiento y sentí su presencia a mi lado, el calor que irradiaba su cuerpo, su fragancia flotando en el aire.

—¿Y bien? — lo escuché preguntar con su particular tono ronco de voz. Lo enfrenté e intenté no perderme en la profundidad de sus pupilas —. ¿Te ha gustado?

— ¿El qué? — inquirí, y pegué mi espalda al respaldo del asiento, algo abrumada por su cercanía.

Tragó saliva y apoyó una mano en el asiento de en medio, inclinándose a su vez en mi dirección.

—Las canciones — masculló con una sonrisa tímida en los labios—. ¿Te han gustado?

Contuve las ganas de alzar las manos y recorrer la forma de sus pómulos rectos con la yema de los dedos.

—Ha sido un bonito detalle — me limité a contestar, encogiéndome de hombros y esquivando sus ojos persuasivos.

El recuerdo de la confesión de Vicky irrumpió en forma de flash en mi mente y me tensé al momento.

Efectos secundarios [2.5].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora