Capítulo 24

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Subí el último peldaño de la escalera del segundo piso del vehículo y volví a mirar atrás con asombro. El bus en el que viajaríamos durante gran parte de la gira tenía de todo: una cocina perfectamente equipada, una sala de estar con un televisor de última generación, cabinas con camas individuales para descansar... Los servicios eran pequeños, parecidos a los que había en los aviones. Aun así, era evidente que no habían escatimado en comodidades en el momento de diseñar su distribución.

—Puedes dejar la maleta en el compartimiento que hay junto a tu cama—me dijo Summer, señalándome un pasillo que había a mi izquierda.

La seguí entretanto observaba cada detalle del lugar. Descorrió una de las cortinas que había en un lateral del pasillo y descubrí que había una cama individual al otro lado. A sus pies, había el compartimiento del que me había hablado.

—Mola, ¿verdad? — me preguntó, con los ojos chispeantes de emoción.

—Mucho — admití mientras dejaba mis cosas allí. Las sábanas olían a limpio —. ¿Tú donde dormirás?

Un sonrojo adorable cubrió sus mejillas e intuí la respuesta antes de que hablara.

—Con Marc — susurró. Se volteó y caminó en dirección contraria, dedicándome un gesto con la mano para que la siguiera. Llegamos a una especie de comedor y nos sentamos alrededor de una mesa —. De todos modos, solo dormiremos aquí durante los trayectos en carretera. Por la noche nos hospedaremos en un hotel —. Carraspeó y me sonrió con timidez —. Además, mañana me vuelvo para Londres.

—¿No nos acompañarás durante la gira? — curioseé, percibiendo un atisbo de tristeza en su expresión al acabar de formular la pregunta.

—Que va — acabó contestando —. Intentaré volar a la ciudad de turno cuando los conciertos coincidan durante el fin de semana, pero tengo clases a las que asistir. 

—A finales de octubre estaremos en Milán. Si no voy mal, el concierto cae en sábado — le recordé, y aquello pareció animarla un poco. 

—Lo sé — suspiró —. La verdad es que Marc me tiene un poco preocupada — confesó con un hilo de voz, y no pude evitar ponerme en tensión.

—¿Ah sí?

Clavó sus ojos azules en los míos y tragó saliva. La preocupación se instaló en mi vientre.

—Últimamente está muy cansado — me explicó —. Es muy autoexigente y no hace otra cosa que forzar la mano —. Miro a nuestro alrededor e inclinó su cabeza hacia la mía —. Toma unas pastillas para el dolor articular y muscular que son muy fuertes. Cuando intento hablar con él del tema, se pone a la defensiva.

La observé atentamente mientras meditaba sus palabras.

—¿Son las que le recetó el médico?

—Sí — contestó sin convicción —. No lo sé. Puede que me esté preocupando por nada.

Cubrí su mano con la mía y le di un leve apretón.

— Has hecho bien en decírmelo. 

Le dediqué una sonrisa sincera.

—¿Decirte el qué? 

Al girarme, descubrí a Marc avanzando en nuestra dirección con andares desenfadados. Al llegar, le plantó un beso a Summer en los labios.

—Mira que eres cotilla — exclamé, rodando los ojos.

Nos observó con una sonrisa petulante bailando en su boca.

—Así que ahora tenéis secretitos, ¿eh?

—¿Dónde está April? — intervino Summer, esquivando la pregunta con una destreza admirable.

Efectos secundarios [2.5].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora